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Un golpe a la unidad del MNR


Rafael Archondo


Varios meses antes del golpe de Estado encabezado por el coronel Hugo Banzer Suárez, el exiliado Víctor Paz Estenssoro recibió en su casa de la capital del Perú, a su ex vicepresidente y subjefe del partido, Hernán Siles Zuazo.


Ambos caballeros suscribieron ahí un documento que se integró a los registros históricos con el nombre de “Pacto de Lima”. En el papel se intentaba reparar, a fines de ese año 1970, lo que había quedado resquebrajado en 1964: la unidad del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), herida por otro golpe, el del general René Barrientos Ortuño, y la voracidad reeleccionista de Paz.


Mientras se firmaba este Pacto de reunificación, gobernaba Bolivia el general Juan José Torres, amigo personal de Siles. Éste último había participado directamente en el llamado Comando Revolucionario de la Clase Obrera y el Pueblo, órgano formado en el Monoblock de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) con el propósito de respaldar el ascenso de Torres.


Aquel 4 de octubre de 1970, Paz Estenssoro se había inclinado, desde la fronteriza Puno, por el general Rogelio Miranda, el otro aspirante militar a suceder en la Presidencia al general Ovando. El favorecido de Paz no alcanzó la meta debido a la oportuna interposición de la Central Obrera Boliviana (COB) y el ya citado Comando.


Una vez más, Siles aparecía del lado correcto de la Historia. En el Comando congregado en la UMSA, estuvieron junto a él, los jóvenes de la Democracia Cristiana que más tarde formarían el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) y más adelante, la Unidad Democrática y Popular (UDP).


Pese a que Siles había secundado a Torres; y Paz, a Miranda, los dos líderes del MNR optaron por hacer las paces en Lima.


Con el Pacto en la maleta, Siles regresó a Bolivia para organizar la Convención del MNR. El momento era ideal para reorganizar el partido, puesto que el enemigo principal de los movimientistas, el general Alfredo Ovando Candia, había quedado fuera del Palacio e incluso se esperaba que Paz fuera autorizado a regresar después de siete años de destierro.


Dentro del gobierno de Torres, varios de sus ministros apostaron por integrar al MNR en el gabinete a fin de darle solidez al proyecto nacionalista de izquierda que llevaban adelante. Las negociaciones se llevaban a cabo usando a Siles como principal emisario. La cercanía entre los civiles torristas y Siles se profundizaría aún más durante la década del 80, cuando varios de ellos fueron invitados a formar parte del gobierno de la UDP.

Una lectura parcial del Pacto de Lima da indicios sobre este acercamiento. El MNR reconocía en el documento que una de las tareas pendientes del partido era la transición del país hacia el socialismo, meta a la que Torres se refería con cautela. Eran los aires de la época, a cuyo soplido se sumaría muy pronto Salvador Allende. De hecho Siles oscilaba en esos meses entre La Paz y Santiago, ciudad donde cultivaba la amistad del senador socialista que pronto ganaría las elecciones al mando de la Unidad Popular (UP). El ideal común en ese momento era colocar al MNR reunificado en la senda de la izquierda latinoamericana.


En ese contexto, en noviembre de 1970 se inauguró formalmente la Convención del MNR. Su conductor, Siles Zuazo, además de dirigir las deliberaciones, mantenía comunicación constante con Paz, aún refugiado en Lima. El hecho de que el jefe movimientista no hubiera cruzado la frontera para asistir a la máxima reunión de su partido ponía en evidencia la indisposición de los militares torristas con su posible presencia en el país.


La Convención sesionó con normalidad. Sin embargo, a pedido de Paz, el debate sobre la línea a seguir fue postergado para enero de 1971. Según sus cálculos, ya para entonces estaría de regreso en Bolivia para hacer sus aportes. La sujeción al jefe del partido no podía ser más imponente. Al final, la Convención nombró a los principales dirigentes por debajo de la jefatura y la subjefatura. El principal nombramiento recayó en el tarijeño Raúl Lema Pelaez, un hombre de plena confianza de Paz. Él sería a partir de ese momento el enlace clave con Lima.


Con un MNR reunificado y renovado en sus directivas. Siles esperó ingenuamente a enero. De pronto, la fluidez de las comunicaciones entre Santiago y Lima empezó a decaer sospechosamente. Paz ya solo coordinaba con Lema. Las otras personalidades de su entorno eran Carlos Serrate, Ciro Humboldt y Edwin Rodríguez. Cuando el silencio de Lima se hizo apremiante, Siles envió a la capital peruana a Federico Fortún. Había que averiguar las razones del mutismo de Paz. Pese a ello, el misterio se prolongó hasta agosto.


En mayo de 1971, la Asamblea Popular, encabezada por Juan Lechín Oquendo, abrió sus sesiones. Dentro del hemiciclo parlamentario, decenas de delegados sindicales conformaron un órgano de deliberación con ansias de poder, “de poder dual”, escribiría más tarde René Zavaleta. Más de 40 representantes allí eran militantes del MNR. Ese solo hecho siguió alentado las posibilidades de que el partido de la Revolución Nacional se integrara formalmente al gabinete de Torres. Los agentes de Paz lo impidieron sistemáticamente. Tenían sus secretos motivos.


Para sorpresa de Siles, el 19 de agosto de 1971, los diarios anunciaban en Santa Cruz la formación del Frente Popular Nacionalista (FPN), alianza formada por el MNR (de Paz), la Falange Socialista Boliviana (FSB) y las propias Fuerzas Armadas de la Nación. Y sí, Paz estaba en ese barco.


Dado el éxito de la conspiración, Lema exigió que los militares permitieran la inmediata llegada de Paz Estenssoro a la sede de gobierno. Hubo renuencia inicial hasta que finalmente Banzer, el líder súbito de la conjura, cedió el salvoconducto.


El arribo de Paz ha quedado registrado en video. Una multitud desordenada y perpleja se agolpa en la plaza Pérez Velasco, los manifestantes van y vienen, no saben qué ocurrirá. Paz desciende de un automóvil sin custodia y logra treparse a una improvisada tarima. Lo acompaña Serrate, quien intenta que todos aplaudan. Tras unos breves espasmos inaudibles, Paz se confunde en los abrazos de sus seguidores. Luego se dirige al Palacio para saludar desde el balcón. Lo hace junto a Banzer y el jefe de la Falange, Mario Gutiérrez, el nuevo canciller. Falangistas y movimientistas se reúnen sin mezclarse.


Siles ha sido traicionado. No le queda otra opción que fundar su propio partido, el MNRI. Con él retornará a la Presidencia en 1982 después de derrotar electoralmente a Paz y a Banzer.


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