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Elizabeth Burgos: "Fidel y el Che improvisaban, nadie traicionó a nadie"


Su hija la describe en su libro autobiográfico como “aquella flacucha de larga melena negra y tez de color ámbar”. Desde muy chiquita, Elizabeth Burgos decidió mudarse a la casa de su tía para poder dormir en una biblioteca. El cura de la ciudad de Valencia (Venezuela) tenía razón. La muchacha “pertenecía al Siglo de las Luces”, no a la misa dominical a la que se había rehusado a volver.


Cuando cumplió 15 años terminó de rebelarse. En plena dictadura de Pérez Jiménez en Venezuela, se afilió a la Juventud Comunista. Era el paso vital que la ayudaría a salir de su país para surcar el Atlántico. Con su título de enfermera en la maleta, Burgos llegó a Viena en 1959 para participar del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, encuentro organizado cada año por las redes del Partido Comunista soviético. Quedó cautivada por Europa y los torrentes de energía social que convergían en sus cafés y sus plazas.


Un día, mientras merodeaba canales en Venecia, telefoneó a su madre para informarle que no pensaba regresar a Venezuela. Su mente estaba dirigida hacia París donde se hizo más sedentaria. Cuenta Laurence, su hija, que allí además de trabajar como niñera en la casa de un funcionario de la embajada estadounidense, leía a diario “Le Monde”, auxiliada por un diccionario. En un breve paso por Múnich conoció a una tropa de bolivianos, entre ellos, Humberto Vásquez Viaña. Su hermano, el “Loro” (Jorge), la recibió años después a su ingreso terrestre por El Alto y la hospedó en su casa. Elizabeth Burgos padecía de un mal incurable, el de trotamundos.


En 1963, uno de los integrantes de la guerrilla venezolana, Oswaldo Barreto requería una traductora que ayudara a un francés recién llegado a Caracas: Régis Debray, quien escribía un reportaje sobre la guerrilla comandada por Douglas Bravo en la sierra de Falcón. Sin saber lo que ocasionaría, los presentó para tender el puente idiomático. A partir de ahí, Burgos y Debray iniciarían un romance duradero, fuertemente marcado por las olas ascendentes de la insubordinación generalizada. Dos años después el mismo Barreto haría el enlace entre Debray y el Che Guevara en ocasión de la gira realizada por el argentino por el continente africano.


En enero de 1966, Debray y Burgos fueron convocados a la famosa Tricontinental, una conferencia masiva en La Habana, donde se congregaron todos los potenciales movimientos guerrilleros del planeta. Al siguiente año, Régis volaba rumbo a Bolivia con la misión urgente de explorar potenciales escenarios geográficos para la guerrilla que el Che Guevara se disponía a encabezar en Los Andes. Sus pasos eran orientados a la distancia por Elizabeth, quien conocía Bolivia en mayor proximidad. Liber Forti, Juan Lechín, los hermanos Vásquez Viaña y el propio René Zavaleta, quien le dio trabajo a la joven en el Ministerio de Minas, eran los contactos de la pareja.


Una vez instalado en el campamento de Ñancahuazú, el Che manda a llamar a Debray. Fatal error. Las hostilidades se precipitan el 23 de marzo de 1967 y el francés queda atrapado en medio de las primeras escaramuzas con el ejército. Tras mucho deambular, al final, él, el pintor argentino Ciro Bustos y un reportero británico logran salir del teatro de operaciones en abril. Una patrulla del ejército los intercepta en Muyupampa y su arresto se convierte en uno de los primeros golpes serios contra el aparato armado montado con la ayuda del gobierno de Cuba.


A La Habana llega la noticia de la muerte de Debray en combate. Elizabeth lee el cable con incredulidad. Sabe que la madre de su amado se encuentra casualmente de visita oficial en La Habana como representante del ballet de París. La localiza y se presenta como la novia de Régis. Le dice que no cree que esté muerto. Tras una reunión con Fidel Castro, las dos mujeres inician una campaña hasta encontrarlo. La señora Debray llega a Camiri y constata que su hijo vive. Hugo Delgadillo Olivares, corresponsal del periódico católico “Presencia” en Muyupampa, vio casualmente a tres prisioneros con pinta de extranjeros en la plaza. Se acercó a ellos, anotó sus nombres, los fotografió y les hizo algunas preguntas. La publicación de las imágenes en primera plana desmintió su muerte y además les salvó la vida.


Elizabeth Burgos volvió entonces a Bolivia, ya no para unirse a la guerrilla del Che, sino para impulsar la liberación de Régis. La embajada de Francia actuaba como una de sus principales aliadas, el presidente De Gaulle, también.


Desde su actual residencia en París, Elizabeth Burgos aceptó responder a nuestras preguntas. Ha pasado más de medio siglo de aquellos hechos. Ella rompe acá el silencio y deja fluir su versión de lo ocurrido.


1. ¿Cuán involucrada estuviste con la guerrilla que los cubanos le preparaban al Che en Bolivia?, ¿estuviste en la exploración que hizo Debray a las tres zonas potenciales para el proyecto armado?, ¿dónde estabas cuando Debray y Bustos ingresaron al campamento de Ñancahuazú?


EB: Involucrarse en una guerrilla significa primeramente prepararse, es decir, tener entrenamiento militar pues se trata de un proyecto militar. Todo aquel que llegaba a Cuba en aquella época, se le proponía inmediatamente someterse a un entrenamiento militar de guerra de guerrillas: era el ritual de paso que como sucede en las sociedades primigenias, era la condición para ser aceptado como miembro de la comunidad. Se debe recordar que era la época del dogma de la lucha armada y de la guerra de guerrillas rural, basada en el modelo castrista teorizado por Ernesto Guevara en Guerra de guerrillas (1961) y en Guerra de Guerrillas: un método (1963), más tarde, por Régis Debray en ¿Revolución en la revolución? (1967). El dogma de la lucha armada era el parteaguas ideológico entre los partidos comunistas fieles a la doctrina de Moscú de la coexistencia pacifica., esquema forjado por Stalin a manera de ganar tiempo para equiparar a la URSS con el “imperio” americano en materia de producción industrial y nuclear. Mucho de esto tiene que ver en el comportamiento de Mario Monje en relación a su papel en la guerrilla.


Con Régis llegamos a La Habana a finales de diciembre invitados a la Conferencia Tricontinental (enero 1966). Recuerdo como un hecho premonitorio, en la sala de espera del aeropuerto de Praga, entre los viajeros que se disponía a viajar a La Habana, estaba Mario Monje, también Cheddi Jagan, primer ministro de Guyana que luego se convertiría en gran aliado de Cuba.


Al término de la Tricontinental, comienzan a llegar bolivianos invitados por el Departamento América: René Zavaleta, Liber Forti, Simón Reyes, Juan Lechín…eran un indicio de que Bolivia era parte del proyecto internacional tal y cómo había sido anunciado en la Tricontinental, cuyo propósito se resumía en: “crear uno, dos tres, muchos Vietnams”, frase del mensaje del Che a la Tricontinental.


Por supuesto, reinaba la “compartimentación”. Ningún funcionario cubano de los que “llevaban” las tareas del internacionalismo, te decía dónde se preparaban las guerrillas; simplemente lo percibíamos por la nacionalidad de los grupos de latinoamericanos presentes en La Habana: venezolanos, guatemaltecos, colombianos, peruanos; también Black Panthers americanos, incluso, militantes del Quebec libre.


Cuando se envió a Régis en misión a Bolivia, a explorar las zonas posibles para el asentamiento de un foco guerrillero, era evidente que Bolivia iba a convertirse en un foco de la lucha armada. Sabíamos por el comandante Jorge Serguera, de quien nos habíamos hecho muy amigos - que había sido embajador de Cuba en Argelia -, que el Che había regresado del Congo. Sacar conclusiones no requería de mayor esfuerzo.


Es muy posible que estuviera programado, que después del período de “asentamiento” de la guerrilla, yo me sumaría al foco en Bolivia. Pero también, es muy posible se decidiera, dado mi conocimiento de Europa, de dominar varios idiomas, y de haber viajado por América del Sur, y haber vivido en Bolivia, me destinaran a misiones en zonas urbanas. En la vida clandestina, los “revolucionarios profesionales” no conocen de antemano su destino.


Permanecí en La Habana como reserva. Tras el comienzo prematuro de las operaciones militares en Bolivia y la captura de Régis, se modificó el que iba a ser mi destino. Por medidas de “seguridad”, como se decía en estos casos, permanecí en Cuba hasta la muerte de Ernesto Guevara. Cuando Fidel Castro consideró que ya no había nada que temer, decidió que era el momento de irme a Europa a ocuparme de la campaña por la liberación de Régis.


2. ¿Cómo recuerdas el incidente de la foto de Debray vivo que aparentemente lo salvó de ser fusilado?, ¿fue así?, ¿cómo recuerdas esos primeros días en Camiri?


EB: Lo de la foto de Hugo Delgadillo del día del arresto de Régis nos llegó posteriormente. La información de su “muerte en combate” la recibimos en La Habana por un cable de la agencia AFP. Compañeros venezolanos miembros de la guerrilla que se entrenaban en Cuba y que recibían a diario los boletines de la COR (Comisión de Orientación Revolucionaria) me dieron a conocer la noticia. El boletín consistía en copias de los cables de las agencias de prensa internacionales que la censura de prensa imperante, impedían su publicación en el Granma. Solo la jerarquía del gobierno y los comandantes de las guerrillas latinoamericanas tenían el acceso privilegio de la información. El aparato cubano del cual dependía, el Departamento de América, dirigido por el comandante Manuel Piñeiro “Barbarroja”, había decidido no informarme acerca de lo sucedido en Bolivia, seguramente hasta no recibir confirmación de los hechos.


La madre de Régis, casualmente,- eso no estaba previsto en el programa - había llegado a La Habana invitada por la bailarina Alicia Alonso, en su calidad de presidenta del Festival internacional de Ballet, de París, fue informada por el embajador de Francia quien por supuesto, había recibido también el cable de la AFP. Fue más tarde, cuando me enteré de las peripecias de la foto de Hugo Delgadillo, y del papel de Humberto Vacaflor para que llegara a la redacción de la prensa.


Recibíamos cada día en La Habana cables y la prensa extranjera con las noticias de Bolivia, que analizábamos a diario con los funcionarios del Departamento de América, a veces, también con Fidel Castro.


3. ¿Cómo era la rutina, las visitas, los contactos y el entorno de Debray y de ti en Camiri?, ¿cómo valorarías hoy la actitud de la sociedad boliviana hacia el juicio?


EB: Fue al cabo de un año que las autoridades militares, tras gestiones de la embajada de Francia en La Paz, me autorizaron a viajar a Bolivia. Con una condición; debía contraer matrimonio pues al no estar casados, consideraban que no tenía derecho a visitas.


En realidad, el Alto Mando Militar, cuya imagen internacional era execrable, pretendía utilizar el acontecimiento para atraer a la prensa extranjera y demostrar con ese acto de “magnanimidad” su buen sentido de la justicia. La otra condición, era la de no viajar a Cuba ni a Chile. Tampoco me permitieron permanecer en Bolivia, como lo exigí. Me autorizaron a viajar cada tres meses y permanecer 10 días y media hora de visita diaria. A veces llegaba a Camiri munida de la autorización emitida por el Alto Mando y el jefe de la IV división se negaba a reconocer el permiso, obligándome a viajar de nuevo a La Paz para pedir la intervención de la Embajada de Francia.


Se debe tener en cuenta de que en esa época no había posibilidad de comunicación telefónica entre Camiri y La Paz, había que hacerlo por radio y la radio estaba bajo control de la IV División. No se trataba de una disposición administrativa todo dependía de la personalidad del comandante de la División; de su grado de antipatía o de resquemor.


En Camiri me alojaba en la pensión Marietta del italiano Federico Forfori. Toda la familia me trataba muy bien. Tanto don Federico como doña Anita, su esposa. Tenían dos hijos pequeños: Marietta y Maurizio. Nunca recibí ningún maltrato ni rechazo por parte de la población de Camiri; antes por el contrario, la gente siempre se comportó de manera muy amable conmigo.


4. ¿Cuál fue tu papel durante el juicio?, ¿mantenías contactos con Cuba, con la izquierda boliviana, con Francia?


EB: Durante todo el período del juicio permanecí en La Habana. Recibía información por los cables de prensa. Llegué a Paris justo en el momento en que el juicio ya había terminado.


5. ¿Qué opinas sobre los rumores de que Debray delató a los guerrilleros?, ¿qué piensas de Ciro Bustos en ese mismo contexto?, ¿qué postura asumió en esos días La Habana?, ¿qué rol jugó Manuel Piñeiro en todo este proceso?


EB: En lo relativo a la versión de la delación de Guevara y de los guerrilleros, debe tomarse en cuenta las secuencias de cómo fue apareciendo la información relativa a la presencia de la guerrilla, y en particular, la divulgación de la presencia del Che en Bolivia.


Primero, el olvido de documentos en el jeep de Tania que demostraba los preparativos de guerrillas. Casi simultáneamente, la huida de los desertores que declararon todo lo que sabían y habían visto en la guerrilla y mencionaron la presencia del Che. Luego la caída de Jorge Vásquez (27 de abril) quien fue engañado por un agente de la CIA cubano, el Dr González, consejero de Antonio Arguedas, mediante un subterfugio - que narra detalladamente Gustavo Sánchez Salazar en su libro sobre la guerrilla publicado en Francia y del que creo no existe edición en español -, que se hizo pasar por un enviado de Fidel Castro que quería tener noticias sobre la situación de la guerrilla. El nivel intelectual del Loro, su pertenencia a la jerarquía del PCB, daban crédito a las declaraciones de los desertores y así se lograba la confirmación definitiva de la presencia del Che y de que comandaba la guerrilla. El engaño fue posible porque Gonzales, además de su acento cubano, poseía tal nivel de información sobre la guerrilla y sobre Cuba, que logró convencer al Loro de su “honestidad”. Se debe tener en cuenta el estado de debilidad física del Loro: herido gravemente, acababa de ser operado.


Por otra parte, la existencia de un cable del Comando en Jefe de las FFAA bolivianas con fecha 24 de noviembre de 1966, enviado a las embajadas de Bolivia en los países limítrofes y a la de Washington, informando que el “guerrillero Che Guevara había ingresado a Bolivia”,- publicado en el libro del oficial Diego Martínez Estévez, Ñancahuazú: apuntes para la historia militar de Bolivia- demuestra, que aunque no se conociera con precisión su localización, era evidente que la presencia de Che Guevara en el continente había sido detectada por los servicios de inteligencia.


Si bien es cierto que Bustos, excelente dibujante, dibujó los rostros de todos los guerrilleros, incluso el del propio Che Guevara, según su versión, lo hizo al percatarse de que el ejército tenía toda la información y no valía la pena seguir negando la presencia de Guevara y de los cubanos. Segundo, porque le daba la oportunidad de dibujar el rostro de un personaje inventado por él, con el fin de engañar a los servicios de inteligencia argentinos y así proteger las redes de militantes argentinos con los que el estaba en contacto, involucrados en planes de guerrilla. Se debe tener en cuenta la vulnerabilidad de Bustos que vivía en la Argentina, en donde había dejado a su mujer y a sus dos hijas pequeñas. Si algo se le podría reprochar sería haber dibujado el emplazamiento de los depósitos en donde la guerrilla había acopiado enseres y medicinas; luego, aceptar ir con el ejercito a identificar los cadáveres de los guerrilleros muertos en combate. Pero nada permite decir que eso permitió la caída de Guevara y el fin de la guerrilla. Los interrogatorios, tanto de los desertores, como de Regis y de Bustos, se realizaron entre el mes de abril y mayo, y la muerte del Che y el fin de la guerrilla datan del mes de octubre. El propio Che y la triste historia del grupo de Joaquín, demuestra la imposibilidad delatar el lugar en donde se encontraban, porque ellos mismos desconocían la zona en donde se encontraban.


Todas las evidencias demuestran que las autoridades bolivianas conocían de antemano la presencia de Guevara en Bolivia. También es cierto que el gobierno boliviano, seguramente aconsejado por la CIA, después de que Antonio Arguedas, tras el arresto de los desertores, declarara a la prensa la presencia de Guevara en Bolivia, en los días siguientes lo negó sistemáticamente. De igual manera procedieron las autoridades militares. Declarar la presencia de Guevara en Bolivia, significaba hacerle propaganda a la guerrilla. Y dada las simpatías que despertaba la figura del guerrillero, hubiera desencadenado un movimiento de solidaridad, nacional e incluso internacional.


Otro elemento a tomar en cuenta, el papel de las versiones y de la imagen de los personajes que cobraron entonces presencia mediática; tal es el caso de Regis y de Tania. Debemos situarnos en el contexto histórico de la época. Podríamos hablar de una guerra de las imágenes. Cuba al pasar a formar parte del bloque de los países comunistas, se involucra en la Guerra Fría, e involucra también a la América Latina valiéndose de la multiplicación de frentes guerrilleros que va creando en todo el continente. En el caso boliviano, además de la figura de Guevara, dos figuras saltan a la palestra internacional que generan simpatías en la juventud : una es la de una mujer, Tania la guerrillera, la otra, la de Regis Debray. Coincide con las revueltas de estudiantes en el mundo entero: Berkeley, París etc. Y el estallido de los movimientos feministas. Esas figuras eran tomadas como ejemplos de inspiración. Quitarles el aura de prestigio, era una manera de restarle simpatías a Cuba, a la guerrilla, a la lucha revolucionaria. Estados Unidos se debatía con la guerra en Vietnam. Los movimientos contra el colonialismo se multiplicaban en el África. Transformar a Regis Debray en delator y a Tania en una agente de los soviéticos cuya misión era la participar en la captura del Che, era una manera de restarles prestigio, de desacreditar la imagen de héroes positivos que habían adquirido pese a ellos. Por otro lado, para los militares bolivianos, cuya reputación internacional era execrable al cargar con la culpabilidad del asesinato del Che, - culpa que todavía los acosa - buscar a un culpable más culpable que ellos, los eximía de cierta manera. Por el lado de los militantes revolucionarios, también sufrían de un sentimiento de culpabilidad por la muerte del héroe; un duelo inconcluso que también los lleva a buscar una culpabilidad de procedencia social, el doble estigma : de “burgués” y de “francés” .


Existe una entrevista de Manuel Piñeiro, creo que la única que dio en su vida, en la que se extiende sobre la historia del Che en Bolivia, en la que considera a Bustos como “traidor.” En el prólogo de Fidel Castro al diario del Che, Castro le adjudica toda la culpa a Mario Monje. En una segunda fase, treinta años después, tras la publicación de Alabados sean nuestros señores: una educación política, un libro en el que Régis Debray analiza los personajes políticos que se cruzaron en su vida, la hija mayor de Guevara realizó una gira por América latina acusando a Regis Debray de haber delatado a su padre. Seguramente que una persona de poco nivel intelectual, acostumbrada a pensar por eslóganes, no podía comprender los matices del capitulo dedicado a Ernesto Guevara. Pero Ni Fidel Castro ni Manuel Piñeiro nunca incurrieron en esa versión. Ellos siempre contaron con una información minuciosa sobre los acontecimientos ocurridos en Bolivia, por lo que dudo se hubiesen expuesto a semejante ridículo.


6. ¿Cómo se fue abriendo paso la posibilidad de que Debray y Bustos sean liberados?, ¿hubo preparativos?, ¿conversaciones con Torres?, ¿quiénes fueron los autores de ese hecho dentro del gobierno boliviano?


EB: El gobierno francés siempre veló por que se respetaran las condiciones de detención de Régis y por tratar de obtener su liberación. Durante la presidencia del general Ovando, a pedido del propio general, y a través de mi intermediación, el general entabló un amago de negociación directamente con Fidel Castro que no fructificó debido a la pronta caída del gobierno. Me encontraba en La Paz cuando se dio la salida de Ovando del poder y sucedieron los intentos de golpe de Estado y finalmente, literalmente, la llevada al poder por los obreros al general Torres.


A partir de la llegada del general Torres al poder, tuve la certeza de se abría la posibilidad de obtener la liberación de Regis. Se vencieron los diez días de mi permiso, pese a ello decidí permanecer en La Paz. No me expulsaron, pero no fue fácil. Contrariamente al general Ovando que siempre fue muy correcto conmigo, en particular en lo que respecta a los permisos de visita, Torres siempre se mostró muy agresivo en la época en que formaba parte del Estado Mayor y al llegar a la Presidencia, su actitud no cambió; siempre se negó a recibirme


El argumento que finalmente determinó al general Torres a tomar la decisión y pasar por encima de los oficiales opuestos radicalmente a la liberación de Régis, fue la amenaza de huelga general por parte de la COB si no se les otorgaba la amnistía a los presos de la guerrilla; de hecho a Regis. Juan Lechín me lo notificó personalmente. También la presidenta de la Unión de Mujeres de Bolivia (UMBO) doña Delia de Quezada, me notificó que harían una huelga de hambre si no se liberaban los presos en las Navidades que estaban por llegar. Claro, que al final la decisión fue del general Torres. En ello colaboró de manera decisiva el mayor Rubén Sánchez que ocupaba un cargo muy cercano al Torres y era mi contacto directo con él. Jorge Gallardo, entonces Ministro del interior, también jugó un papel importante en el desenlace del caso.


7. ¿Cómo recuerdas el traslado de Camiri a Chile?


EB: Los pormenores del traslado de Camiri a Chile los discutí minuciosamente con Rubén Sánchez, el día anterior. Sabía que iba a realizarse, pero dadas las condiciones adversas que seguían existiendo en el seno del ejercito, todo era posible. Sobre todo, no podía demostrar nada ante la prensa que estaba al acecho. De haberse enterado la guarnición de Camiri y otras, el operativo hubiera fallado. La seguridad la tuve en la mañana, al escuchar en la radio, la declaración de Jorge Gallardo Lozada, Ministro del Interior, informando al país la liberación de Bustos y de Debray. Volé a Santiago en el primer avión que pude.


8. ¿Cuál fue para ti el objetivo del Che en Bolivia?


EB: El objetivo del Che en Bolivia era el de proseguir el destino que se había trazado : la guerra. A Bolivia la percibió como un escenario operativo, como un instrumento que por su situación geográfica iba a constituir un foco a partir del cual iba a irradiar la guerra revolucionaria en el resto del continente. Su proyecto personal era el de entrar a la Argentina y dirigir la revolución en su país. Tal vez se había cansado de ser extranjero.


9. ¿Cómo explicas las decisiones de Monje y del PCB?


EB: Monje y el PCB obedecían a un centro que era Moscú. No se deshace de un día para otro, una relación de un aparato tan poderoso como era la URSS. Ese aparato le dio rango de personalidad importante a mucha gente. La pertenencia a la internacional comunista, significaba la pertenencia a una cultura, a una historia, a un imaginario poderoso. Los cubanos podían ser muy simpáticos y el tropicalismo de la mayor de las Antillas, atractivo, pero nada comparable con la majestuosidad del Kremlin, codearse con la jerarquía mundial del comunismo. Ser alguien en un país que se medía con EEUU, dotado del arma nuclear, que enviaba un hombre a la luna…


10. ¿Traicionó Fidel al PCB?, ¿lo hizo con Bustos y Monje?


EB: Fidel no traicionó a nadie, nadie traicionó a nadie. Monje sabía muy bien que en materia de manipulación Fidel Castro no tenía quien lo equiparara. Se tiene la tendencia de analizar los hechos históricos como si en el momento de suceder se dispusiera de todos los elementos para juzgarlos, cuando en realidad los escenarios son múltiples, los contextos imprevisibles.


Fidel Castro y Ernesto Guevara improvisaban, buscaban poner a los soviéticos ante los hechos consumados; había cierto infantilismo en su actitud. La audacia y la improvisación han hecho de Cuba una potencia política mundial, pero a costa de la muerte de miles de latinoamericanos y , más grave aún, a costa de las trabas que Cuba le ha impuesto al desarrollo de una cultura verdaderamente democrática a América Latina. El ejemplo de Venezuela es flagrante.


Desde hace 61 años, América Latina paga la obsesión de Fidel Castro ; estando aún en la Sierra Maestra, en una carta dirigida a Celia Sánchez, le dice que su “destino iba a ser hacerle la guerra a EE.UU.” El trauma de Cuba debido al papel jugado por el ejercito de Estados Unidos en el desenlace de su Independencia, Fidel Castro se lo adjudicó a todo el continente como si fuera un hecho histórico que le concernía a todo el continente.


11. ¿Jugó algún papel la CIA en este proceso?


EB: Creo que se le adjudica un papel mayor a la CIA de la que realmente tuvo, pero forma parte de la propaganda gruesa del comunismo. Nada más leer el libro del general Gary Prado, escrito con el rigor de un militar serio, se comprende perfectamente bien el desarrollo del escenario bélico en el que le tocó finalizar la guerrilla de Guevara.


12. ¿Volviste a Bolivia después?, ¿cómo evalúas el debate boliviano sobre la muerte del Che?


EB: Volví a Bolivia, treinta años después. El debate sobre la muerte del Che en Bolivia, me parece que sigue siendo un duelo no realizado. Todavía no se admite que quien hace la guerra puede morir en ella. Tampoco se admite que el papel de los ejércitos nacionales, es la defensa del Estado y de la integridad nacional.

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