Carta a Tamara Bunke
Porque no queremos que su legado se marchite en la oscuridad
Claudia López Pardo
Comentario del libro "Salir del Paso", Cochabamba, 11 de octubre de 2023
Querida Tania
Las aceras de las calles de la historia están abarrotadas de mujeres como tú cuyas vidas han sido apartadas, marginadas u obviadas de la historia de la revolución.
De ti se sabe mucho y poco a la vez. Fuiste traductora, estudiaste periodismo, eras agente de inteligencia, tocabas el acordeón, fuiste amiga, hija de unos padres también comprometidos con el comunismo y la revolución de entonces. En la historia boliviana se especula que tus labores dentro las filas del Che estaban enfocadas en las tareas del cuidado y la salud, pero lo cierto es que sobre ti se depositaba un montón de confianza militar, probablemente porque dentro de las filas de tus camaradas construías equilibrios con la agudeza intelectual, sensibilidad y capacidad de adaptación que tus labores te exigían. Según dicen, no te dejaron habitar la primera línea. La historia cuenta también de cierta tensión por sacarte a ti antes de a Debray en el momento de evacuación. Con todo, eras central para la lucha. Intuyo que tu pérdida material fue el inicio de la derrota moral y sensible en las filas que afectaron no sólo a aquellos guerrilleros que te acompañaron, sino a toda la izquierda que se formó con tu legado.
Quiero sintetizarte algunos de los puntos trabajados generosamente y con rigor por Rafael y Gonzalo. Siento que su trabajo es muy útil para aclarar no solo la historia de tus camaradas y colegas, sino iluminan de manera aguda y crítica las reflexiones del presente en el que estamos tratando de hilar más fino en relación con las prácticas y formas que abonan el amplio terreno de la transformación social.
En ese sentido, este documento es importante, porque el pensarse un documento crítico a las formas de la política y la lucha armada en concreto constituye una base que dota de los elementos históricos que dieron forma a la IZQUIERDA (hoy diríamos a las izquierdas) entre 1967-1997. Los autores construyeron un amplio archivo con una escritura elocuente y sarcástica e incisiva al momento de realizar algunas críticas, que debo decir me sacaron más de una sonrisa.
Quiero decir es un libro que engancha y te produce ganas de seguir leyendo. Sin duda, puede ser una herramienta pedagógica para quienes quieran aprender sobre la historia o quienes están coqueteando con el poder en el actual momento preelectoral y de crisis del corporativismo o quienes estén poniendo sus esfuerzos y esperanzas en el horizonte estadocéntrico.
Aquí quiero señalar que en el capítulo “Las cinco pistas para el despegue” despliegan varias claves a través de retratar los aciertos y contradicciones en las formas de entender la política de los personajes centrales de la obra. Entiendo que no son historias heroicas de resistencia son historias reales de hombres que están dispuestos a hacer lo que ellos —desde su contexto— consideraron necesario para el bien común. Las reflexiones en este capítulo guiarán a comprender la forma política de los ejércitos armados que son retratados en los capítulos posteriores, sobre todo de aquellos grupos donde la presencia de mujeres es central.
Para mí, que pertenezco a una generación que ha heredado el legado de la lucha armada (sobre todo en la concepción de la política y la toma del poder a través de la fuerza y las elecciones como únicas vías de lo posible), el libro alumbra y complejiza ciertos mitos que cargan de culpa a una izquierda que no sólo se le acusa de no estar a la altura de la pasión y la ansiedad desenfrenada del guerrillero más top de la historia, el único provisto de la capacidad moral y capital simbólico que en consecuencia de su tan añorado deseo internacionalización sirvió de inspiración a muchas generaciones, sino de su muerte.
La culpa por el asesinato del Che en Bolivia es algo que mi generación también arrastró en la juventud temprana y fue también lo que legitimó prácticas autoritarias y machistas entre los mayores, sobre todo varones. Quiero decir que en los noventas la forma militar, la secrecía y la conspiración fueron algunos de los ingredientes y estrategias heredados de lo que los autores denominan las tres décadas de violencia revolucionaria.
Con todo, la pérdida de Ernesto Guevara se vive (aún) con una nostalgia desgarradora casi igual a la pérdida del mar.
Quiero contarte Tania que en este trabajo resalta un análisis exhaustivo de la dimensión anticapitalista de lo que los autores denominan la lucha armada y la violencia revolucionaria de los ejércitos, sobre todo entre los sesenta y setenta. En los años ochenta, con la emergencia del Ejército Guerrillero Tupak Katari EGTK, se hace visible la incorporación de una dimensión anticolonial identitaria centrada en la imagen de Felipe Quispe, el Mallku. La crítica urbana de una implantación foránea se hace delgada con la incorporación de comunidades aimaras en las filas de ese ejército.
Coincido con varios de los puntos en el apartado de todo lo aprendido por los autores, la violencia revolucionaria con todos los vericuetos y complejidades tiene como horizonte la captura del Estado. Los proyectos armados dependen de una vanguardia, que ya en el estado no transforma o lo hace parcialmente, la acción política violenta. Varios de los actores de la investigación pasaron de la lucha armada a la arena electoral. Entonces, se producen continuidades. Aquí introduzco la crítica que realiza Raquel Gutiérrez a la suplantación y el sentido del pertenecer a un espacio con su tiempo en lucha. Ella señala que pertenecer a la comunidad con la que se compromete […] “hacer política no significa nada más que ocuparte de tus propios asuntos o los de la comunidad a la que quieres pertenecer, con ella y en ella, de tal manera que hacer una actividad se plantee no solo como una cosa en contra del Estado sino por fuera y más allá del Estado”.
A esa parte también sumo una capacidad de estructuración de pactos patriarcales que son a la vez pactos con el capital, a lo largo de la obra, pactos a multinivel que al final de cuentas juegan con los requerimientos locales y la política internacional, tanto en la forma orgánica de los partidos como en la acción política, por esa razón, me hace sentido el hecho de problematizar palabras como traición, héroe e incluso la noción de revolución.
Siendo yo mujer que habita el tiempo actual no puedo dejar de mirar la ausencia de la dimensión antipatriarcal, por eso Tania vienen a mí ciertas preguntas sobre los contenidos de la revolución de tus épocas: ¿Cómo se reproducía la división sexual del trabajo revolucionario en la guerra en aquellos tiempos? ¿Cómo habrán sentido tú y otras mujeres cuando lo público y lo privado presentaban una separación tan encarnada?
En tu caso tu labor previa al 67 garantizó el proceso revolucionario al establecimiento de la guerrilla. Tú te encargaste de producir todas las condiciones para que se forjara, por lo menos durante dos años. La feminista materialista Jules Falquet (2007), en un estudio sobre la participación de las mujeres salvadoreñas del Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN, analiza su lucha a través del concepto de división sexual del trabajo, ella dice que esta división prevalece tanto en la guerra como en democracia, es decir, la incorporación de mujeres a la lucha no resuelve por sí sola las contradicciones su opresión. Ahí hay una puntada por dar para dar una vuelta de análisis…
Con todo quiero decirte, que algunas cosas cambiaron y otras siguen intactas, por ejemplo, el que no aparezcas en el libro que hoy comentamos no es un sesgo inconsciente. Mi tarea no es responsabilizar a Gonzalo y a Rafael por la omisión, pero que no digan “no nos habíamos dado cuenta”. Sin embargo, no quiero ahondar en el mito creado a tu alrededor, tal vez toca que unas otras jóvenes bolivianas quieran reconstruir tu legado con las herramientas, el lenguaje y las palabras que estamos aprendiendo en la rebelión actual, para reconstruir lo que estamos llamando REGISTRO VITAL, para sacarte del mito y de la muerte y del despojo de tu vida, darte un lugar situado en la producción de aquella revolución de la que tanto aprendimos, y ahora miramos a través del trabajo de Rafael y Gonzalo.
… Entiendo que sus voces están dialogando con la historia, los hechos, las entrevistas. Sin embargo, tengo algunas preguntas para ellos que, en este punto, me intrigan:
¿Qué fue lo que los animó a realizar tan ardua investigación? ¿Hay algo que desean en su propia historia de vida al escribir esta obra? ¿Ustedes también salieron del paso? ¿Qué dice la familia de Mario Monje?
Finalmente, querida Tania quiero decirte que hoy nosotras estamos dándole vuelta a la noción de rebelión a través de las prácticas políticas renovadas de mujeres y feministas, dándole forma a la politicidad de la lucha contras las violencias. Ya sabemos diferenciar la revolución del hombre nuevo a través de luchas que hoy son cotidianas y desplegadas. La política y lo político. Miramos con cuidado y gestionamos distancia con el caudillo (varón o varón honorario) que en sus prácticas separa lo público de lo privado, y miramos con cuidado su obsesión con la toma del poder y lo que concibe como estado… Las mujeres y feministas autónomas de Bolivia decimos no somos marea, somos un río andino, que confluye con los ríos del chaco y los ríos amazónicos.
Tania, que las aguas del río Grande refresquen tus huellas, tu legado y tu lucha que sirvió de fuente de reflejo a muchas mujeres de todas las generaciones. Tú eres parte de nuestra genealogía.
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