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La Historia de PAT



Esta es la historia de pocas, de muy pocas personas. Y no es que la vida de un canal de televisión requiera de muchedumbres, porque lo cierto es que el periodismo en cualquiera de sus ramas, es un asunto de grupos densos, centralizados, exclusivos, selectos. Amalia Pando, una de las fundadoras de Periodistas Asociados en Televisión (PAT) compara a este medio audiovisual con un avión accidentado a mediados de 2002.


En 12 años de vuelo, dado que todo comenzó en 1990, Amalia pudo no solo presenciar, sino además narrar el desplome. Meses después de la caída, con las turbinas de PAT aún humeantes, nuestra amiga escribió su “Memoria profesional” (2003) para la Universidad Católica Boliviana (UCB). Es, dice ella, algo así como la caja negra del avión. En sus más de 60 páginas está reflejada gran parte de la información que consignamos acá. A ello hemos agregado una variedad de datos conocidos y otros recopilados, a los que se suma una vieja entrevista a Carlos Mesa, usada para escribir la historia de “De Cerca” (PNUD, 1999).


Sin patrones ni censores


Todo comenzó cuando la televisión en Bolivia empezó a expandirse bajo el impulso la empresa privada. El desborde se dio durante el gobierno de la UDP (1982-1985). En esos años, por primera vez en la vida institucional del monopólico canal estatal, ejecutivos y periodistas de izquierda se adueñaron de pantallas y micrófonos.


Hasta entonces, el medio había sido controlado férreamente por los militares, que desde el gobierno del general René Barrientos decidieron qué programas debía ver la población. La toma por la UDP, ganadora de tres elecciones consecutivas, de los estudios de radio “Illimani” y Canal Siete representó una mala noticia para el ala derecha de la vida pública. Había que evitar que el fenómeno se repitiera.


Así, aprovechando el vacío legal existente y la debilidad de los ocupantes de la plaza Murillo, el ex empresario minero Raúl Garafulic Gutiérrez, quien había sido gerente del aparato gubernamental durante la dictadura de Banzer, lanzó ATB, canal punta de lanza de la incursión. Al Siete y a las estaciones universitarias se sumaban desde ese momento decenas de nuevas frecuencias. En 1990, cuando la ola estaba empinada, se contaron 42 canales, cifra que llegó a 78, dos años más tarde. Las antenas se multiplicaron en localidades tan remotas como San Javier, Montero, Tipuani o Tupiza. La televisión privada llegaba no solo para quedarse, sino para adueñarse del alma nacional. La que se iba en 1985, era la UDP.


La idea de formar PAT nació dentro de la dirección de noticias de Telesistema Boliviano (TSB), el canal fundado por Carlos Cardona, un udepista muy cercano del Presidente Siles Zuazo. Allí confluyeron Carlos Mesa, Mario Espinoza y Amalia Pando (fotos). Al estar copado por los hombres de negocios, estos tres periodistas decidieron entonces hacerse parte del paisaje televisivo invirtiendo en el terreno profesional lo que sabían hacer a diario: noticias.


La receta era simple: los empresarios tenían dinero, pero ellos tenían prestigio y credibilidad. En el camino apareció Ximena Valdivia, quien logró para el trío el primer crédito bancario. El 1 de agosto de 1990, veía la luz PAT. No era un canal, sino una productora audiovisual.


La idea original era que se transformara en una agencia informativa, que le pudiera vender notas a los canales de televisión. Los dueños querían comprar tales materiales, pero sin tener que renunciar a sus noticieros. Entonces pedían solo las declaraciones filmadas, no los comentarios o encabezados de Espinoza, Mesa o Pando.


Amalia cuenta en su “Memoria” (2003) que el primer empresario convencido de las virtudes de PAT fue René Meyer, el propietario de Canal 6 (América Televisión), con estudios situados en la calle Batallón Colorados. Tras vender dicha empresa, Meyer se compró el Once y se llevó con ellos al cuarteto PAT. Así, desde el 15 de septiembre de 1990 la nueva productora comenzó a producir los noticieros de ese canal.


El sueño de no tener patrones ni censores se acababa de coronar. Los socios trabajadores de PAT emitían los noticieros completos desde sus oficinas de la avenida Saavedra en Miraflores. La señal subía a las antenas de El Alto y desde ahí penetraba en los hogares. Periodismo puro, sin interferencias. PAT produjo una hora y media de noticias cada día. El espacio del medio día lo dirigía Gabriela Orozco, el de la noche, Carlos Mesa. Nuestro avión despega con tiempo favorable.


Este primer tramo dura dos años. Los suficientes para que Mesa y sus colegas se transformen en una referencia para la gente que decide y manda en el país. Amalia Pando (2003) subraya la novedad aportada por Mesa al periodismo nacional: el hombre no necesita guión ni teleprónter. Llega cinco minutos antes del arranque, mira la lista de temas, subraya en qué orden van, se acomoda los pesados anteojos con el dedo índice sobre la nariz y zas: a comentarlo todo. Quizás porque estudió literatura y no periodismo, a Mesa nunca le preocupó separar la información de la opinión. De ese modo, inauguró un estilo más inclinado a la cátedra que al recuento, más cercano a la prédica que a la enumeración precisa de lo ocurrido. El director general de PAT se movía sin saberlo, en la riel aceitada de la política.


El año 1992, con la llegada a la Presidencia de Jaime Paz Zamora, el equipo de PAT ya estaba listo para nuevos desafíos. En un hecho, que Amalia Pando califica con razón como “sin precedentes”, la alianza ADN-MIR en el poder decide licitar públicamente el servicio de noticias del canal estatal. Tanta generosidad se explica en parte, porque los medios privados ya habían desplazado hace mucho a los emisores gubernamentales del mercado informativo.


Solo PAT se presenta a la convocatoria. Paz Zamora acepta hasta su salida del Palacio en 1993 que las iniciativas periodísticas del canal estatal queden en manos ajenas. A cambio no solo les paga por sus servicios, sino que recibe a Mesa en el despacho presidencial para una entrevista.


El siguiente gobierno, presidido por Sánchez de Lozada, ratifica el contrato con PAT, con lo cual 8 de los 12 años de este vuelo, se hacen con motores pagados por el gobierno. Pese a ello, el equipo de periodistas de Mesa cuida con esmero el equilibrio.


PAT, ¿color de rosa?


Pero, ¿acaso Mesa no fue un pazestenssorista primero y luego un gonista de toda la vida? Citada por Amalia Pando, Ana María Capra registra en su tesis de grado de la UCB que el director de PAT había emitido hasta 1989 un 66.7% de sus comentarios a favor del MNR.


Sin embargo también debe decirse que “De Cerca”, su célebre programa de entrevistas, fue impulsado y llevado al aire por el dirigente del MIR, Luis Gonzales Quintanilla, quien estaba a cargo del canal estatal en el tiempo de la UDP.


Entre septiembre de 1983 y marzo de 1998, en “De Cerca” se habían desarrollado 472 entrevistas, de las cuales un poco más de la mitad de ellas consignaba a 81 personalidades, que fueron las que repitieron set. Entre ellas, el más frecuente era, en efecto, en 15 años del programa y a solo cuatro de fenecer, Gonzalo Sánchez de Lozada (15 veces). Los siguientes en la lista fueron Antonio Araníbar con 9, Miguel Urioste con 7, Víctor Hugo Cárdenas, Oscar Eid y Jaime Paz Zamora, con 6. Después aparecen Guillermo Bedregal, Fernando Illanes, Germán Quiroga, Carlos Sánchez Berzaín, todos del gobierno de Goni, a los que se suma Ronald MacLean, dentro del grupo de los que fueron entrevistados 5 veces en “De Cerca”.


Los datos nos prueban la simpatía de Mesa, pero también ilustran su condición de periodista, obligado a ser plural e invitar a tomar la palabra incluso a los que no le agradan, como ha sido, por ejemplo, el caso del propio Paz Zamora, a quien fustigó letalmente después con un documental acerca de los supuestos vínculos del MIR con el narcotráfico. Paz Zamora ha dicho en 2019, en entrevista con Roxana Lizárraga, que Mesa fue el periodista que más daño le hizo a su partido.


En su “Memoria profesional”, Amalia Pando acepta expresamente que tanto ella como Mesa apoyaron las leyes que marcaron la gestión de Sánchez de Lozada en su primer gobierno (1993-1997). Dice a su vez que ello no significó “una atadura” al MNR. Lo peor estaba por venir.


Salir para volver


En agosto de 1997, Goni entrega la banda presidencial al general Hugo Banzer Suárez. El anciano ex dictador asume por primera vez la Presidencia bajo el amparo de la Constitución. Tiene como socio principal al MIR, partido golpeado con dureza por los llamados “narcovínculos”, denunciados con énfasis desde PAT. Esta vez, el anti-gonismo anidado en el gobierno no haría más concesiones, Mesa debe salir del canal estatal. La clase política se comprime y fastidia internamente.


Amalia Pando (2003) recuerda que PAT entró entonces en una encrucijada: seguir vendiendo noticieros o fundar un canal propio. Lo segundo parecía una fuga hacia delante o incluso un salto al vacío. Pues ahí estaban los pies del cuarteto para emprender el brinco.


En octubre de 1998, PAT se movía unos metros más arriba de la avenida Saavedra, giraba a la izquierda hacia la calle Posnasky e inauguraba su nuevo edificio con el número 1069. El trayecto nos recuerda, con solo cuatro años de retraso, al seguido por Carlos Palenque, Remedios Loza, Adolfo Paco y Mónica Medina, el otro cuarteto, que de haber administrado un programa radial, también optó por ensancharse con un canal.


Meses antes de dar el salto, las acciones del nuevo medio de comunicación fueron distribuidas del siguiente modo (Pando, 2003):





La tabla nos muestra a tres accionistas principales y dos, de menor cuantía. Barbery, quien fue parte del gobierno de Mesa entre 2003 y 2004, es la presencia nueva, aunque tres meses después terminará vendiendo su 20% a Mesa y el restante 3% a Valdivia. Con ello, la composición accionaria con la que PAT inicia su camino como canal es la que sigue:





El cambio no es pequeño. La salida de Barbery le permite a Mesa ser el accionista predominante. Pando (2003) señala que desde ese momento, Mesa y Valdivia tomarán las decisiones fundamentales, dejándola a ella y a Espinoza como los furgones de cola.


Otro dato básico para entender a PAT es la creación de la empresa Ítaca el 1 de agosto de 1998. La conforma el cuarteto que ya conocemos para dar la bienvenida a cuatro nuevos accionistas. Con ello se produce un incremento de capital, dinero indispensable para echar a andar la nueva aventura. PAT pasa de ocupar dos pisos en la avenida Saavedra a operar en un edificio nuevo de cinco plantas. Los nuevos inversionistas conforman el llamado Grupo Líder. Se trata de las familias Rivero de Santa Cruz, propietaria del diario “El Deber” de Santa Cruz, y Canelas de Cochabamba, dueña de “Los Tiempos” de Cochabamba. Ambos grupos están fundando en ese año el periódico “La Prensa” de La Paz. Cada uno de estos impresos se queda con algo más del 10% de las acciones cada uno. De ese modo, los Rivero y los Canelas pasan a poseer, de inicio, el 36% del canal PAT. El resto, es decir, más de dos tercios, queda en manos del cuarteto bajo el enigmático nombre de Ítaca.


Este dato es relevante para futuras investigaciones. En el marco de la denuncia contra Carlos Mesa, emitida en julio de 2019 por el escritor Emilio Martínez Cardona (2019), en el sentido de que el ex presidente habría recibido dinero a cambio de aceptar ser candidato del MNR en 2002, se consignan depósitos bancarios de Ítaca en las cuentas de PAT. La existencia de empresas paralelas, administradas por las mismas personas, permite este tipo de flujos internos de capital.


¿Qué significó en los hechos este doble viraje (salida de Barbery e ingreso del grupo Líder)? Estos pasos permitieron que los accionistas mayoritarios de Ítaca (Mesa y Valdivia) controlaran casi el 64% del canal sin haber añadido capital al paquete. Los recién llegados, a decir de Pando (2003), invirtieron algo más de un millón de dólares. Una de las reglas internas de Ítaca fue que quien quisiera vender sus acciones, solo podía hacerlo a los otros tres socios. De esa forma el núcleo directriz quedaba resguardado de los recién llegados.


Amalia Pando (2003) afirma que el canal PAT comenzó “dando tumbos”. Primero prometió no poner telenovelas, luego puso una brasileña. Después abrió una serie de programas bien hechos, pero con poco público y casi ninguna publicidad. La programación experimentó con “Rasguña las Piedras” de Romina Rubín de Celis, “Creando Mujeres” durante ocho programas en 2000, “Cuarto Poder” en el que se entrevistaba periodistas, “Al Pan, Pan…” con el pastor evangélico Toto Salcedo y Mesa como contendor, o finalmente con “En Nombre del Fútbol” con Gringo Gonzales. Al final, ninguno tuvo la audiencia esperada y la gente se quedó con lo tradicional: “De Cerca”, “De Frente” y “Detrás de las Noticias”.


Al desalentador panorama de una programación sin grandes ovaciones, se le sumó el boicot pertinaz del gobierno de Banzer, dispuesto a todo con tal de arrinconar al que consideraba el altavoz del gonismo. A la recesión económica, se sumaba la sequía en publicidad gubernamental. Pando (2003) habla de una deuda que escaló sin demoras hasta los tres millones de dólares. Los salarios empezaron a pagarse con tres meses de retraso y los socios, sobre todo los nuevos, vieron frustradas sus expectativas de retorno del capital.


A la deplorable situación financiera del canal se sumó una guerra interna entre Mesa, Pando y Espinoza. Como accionistas, pero también como empleados-periodistas, los tres empezaron a disputarse el público conquistado. A la pugna se sumó el siempre ameno José Alberto Gringo Gonzales, el hombre que consiguió acercar a PAT a los segmentos más populares. Cada uno, desde su programa o noticiero aturdía a los reporteros con encargos y exigencias en el afán de alcanzar más pergaminos. Si bien ello permitió que PAT tuviera tres noticieros muy competitivos, fue irritando a los trabajadores de base, cansados de tener tantos jefes recelosos y exigentes. Entre ellos probablemente estaban Carlos Mújica, Katia Rodríguez, Gloria Carrasco o Mónica Machicao.


Pando (2003) nos habla de un “monstruo de tres y hasta cuatro cabezas”. En realidad tenía cinco. A los jefes mencionados se sumó rápidamente Ximena Valdivia, quien desde la gerencia general empezó a demandar la producción de “publi-notas” a fin de agradar a los clientes o anunciadores. “El único” que pasaba tales informaciones sin sonrojarse era Gonzales, cuenta Amalia. Más adelante el Gringo, actual embajador de Bolivia en la OEA, no tendría temor de ofrecer cortaplumas o servicios de sastrería mientras iba presentando a sus entrevistados o reportajes.


Así transcurrieron los tres años de Banzer y el epílogo de dicho gobierno a cargo de Tuto Quiroga. PAT se sumergió en una crisis financiera con apariencias irreversibles. El país se convulsionaba desde sus cimientos y la violencia se transformaba en un azote. Amalia Pando (2003) sostiene que en medio de las deudas, la falta de ingresos y el deterioro de la situación general del país, cundieron en el canal “la falta de escrúpulos” y “el despertar de las ambiciones políticas”.


El terremoto

2002 fue el año funesto, aquel en el que este avión llamado PAT se precipita a tierra envuelto en hollín y cable quemado. En febrero, Carlos Mesa anuncia al país que ha aceptado ser candidato a la vicepresidencia por el MNR. Amalia Pando (2003) afirma que aquella decisión tuvo “consecuencias devastadoras” en lo empresarial, lo político y lo humano. “Mesa no solo rifó en la política su propia credibilidad, sino también la de su canal”. Esas son sus lapidarias palabras.


El 4 de febrero de 2002, él y ella, las dos figuras más celebradas, aparecen abriendo el noticiero. “Hola, tengan ustedes muy buenas noches. Normalmente comienzo diciendo “estamos ya con las noticias aquí en la red PAT. Ahora comienzo diciendo, “estamos ya con la estrella que va a estar con ustedes todas las noches, a las ocho, sustituyendo al candidato que les está hablando, al candidato que ayer fue proclamado y que decidió cambiar su vida y para hacerlo decidió elegir a alguien que tiene el talento y la capacidad de ser la mejor periodista del país: Amalia Pando”.


A continuación, brota un intercambio áspero, aniquilador de 12 años de convivencia periodística. Amalia golpea directo: “Carlos Mesa es la noticia, se lanzó a la piscina política y dejó a PAT en una interrogante, Carlos, ¿por qué se lanzó a la política?”. El interrogador interrogado responde que lo hace para que los “independientes” sean capaces de decirles sí al país. Ella no suelta la soga: “Alguna gente se siente traicionada por su decisión. El periodista que de repente se zambulle en la política y que se zambulle entre tiburones”. Mesa solo atina a decir: “espero no traicionar a la gente”.


Luego Amalia Pando, ya con el control del canal, deja fluir por la pantalla las críticas a su ex director general. Andrés Soliz Rada, el cerebro de la izquierda nacional, comenta: “Me pregunto si Don Carlos Mesa es gonista desde ayer o ya era gonista hace varios años”. Luis Vásquez, el primer alcalde de El Alto, hombre del MIR, opina: “Han armado una candidatura de élite, afincada en lo que es la Bolivia aristocrática, esta candidatura tiene el sello de los capitalizadores”. El maestro Estanislao Aliaga de militancia trotskista, dispara así: “Mesa era un movimientista, sabíamos de su tendencia y ahora lo único que pasa es haber salido a la luz pública perdiendo su supuesta independencia”.


Las cartas estaban echadas. Lo que usted acaba de leer confirma que para Mesa, la sucesión recaía en Pando. Es a ella a quien entrega el bastón de mando periodístico. ¿Podrá ella contener el golpe de la partida de Mesa, trascender el bache electoral y proyectar a PAT más allá de la figura emblemática del director general? Pando solo tendría cuatro meses para intentarlo.



Amalia al frente

La designación de Amalia Pando en el timón, produjo malestar en Mario Espinoza. Todos quienes conocen a nuestros personajes saben que él y Mesa son amigos entrañables, una dupla imposible de separar. Es lógico pensar que Espinoza aspirara a tomar las riendas de PAT tras la partida del líder. Al no resultar beneficiado con el relevo, su primer reflejo fue irse con él. Parece ser que su salto fue quebradizo, porque al tercer día estaba ya de retorno en su isla de edición. Al parecer en el MNR no le dieron ni la menor bienvenida. En la calle Posnasky se desató entonces el litigio Pando-Espinoza.


En la acera del frente, Mesa hizo la siguiente promesa formal: “Si ganamos las elecciones con Sánchez de Lozada y llego a la Vicepresidencia de la Nación, antes de ocupar el cargo, venderé las acciones que tengo en PAT para desvincularme totalmente”. Solo quedaba esperar que pasara el 30 de junio para dar por despachado al flamante político. ¿Cuál de los tres se quedaría con su parte del pastel?


En el noticiero que dirigieron juntos, Mesa se despidió de Amalia con una frase exultante de tolerancia democrática: “Quiero que la primera crítica que me hagas, la primera sacada de cresta que me hagas, quede grabada para que la pueda mirar y la pueda disfrutar, porque será cuando más voy a apreciar este concepto de independencia”.


La campaña electoral de 2002 fue un “parte-aguas” en muchos sentidos. Registró un viraje político del electorado hacia la izquierda, que muchos no supieron anticipar. El impulso que Mesa le dio a Goni fue famélico. Su zambullida en aquel mar de tiburones no modificó ni una gota la intensidad del oleaje. El binomio del MNR alcanzó un escuálido 22 por ciento, apenas dos rayitas por encima de sus dos rabiosos competidores. Nacía un gobierno débil y dependiente de cientos de factores de sobrevivencia, presto a naufragar.


Bajo el mando de Amalia Pando, PAT comenzó a remontar la crisis y arrojó, para mayo, 140 mil dólares de ganancias. Esto, a pesar de que ni NFR ni el MIR quisieron contratar publicidad en el “canal del gonismo” agonizante. Acá Amalia Pando (2003) suelta un dato clave: en compensación, el MNR pagó con “factura triplicada” por los espacios que recibió en PAT.


El 19 de julio de 2002, el cuarteto de Ítaca se reúne formalmente en las soleadas oficinas del canal. Son las tres de la tarde, todos los reporteros han salido para ganarse la vida. Uno de los convocados a la reunión ha cambiado de posición, es ahora el vicepresidente electo de Bolivia. La discusión dura tres horas y 20 minutos. Cuando faltan 15 minutos para las 8 de la noche, hora del noticiero, una carta redactada por Mesa y firmada por Valdivia espera a su destinataria. Amalia Pando está despedida.


¿No iba Mesa a vender sus acciones una vez fuera electo? No. En sus escasos meses como político activo, había aprendido ya que el poder está ahí para ser ejercido. Su distanciamiento del canal no pasó de ser una intención pasajera. Retornó a él después de la campaña electoral para controlarlo con más energía.


Amalia Pando dice textualmente que a partir de su salida y su reemplazo por Mario Espinoza, la pauta informativa de los noticieros del canal salía de las oficinas de la Vicepresidencia. Según la periodista, autora de la “Memoria” que nos ayuda a escribir esta trama, desde agosto de 2002 operó una “subvención del MNR a la economía de PAT”.


En 2007, cuando Mesa ya había dejado el poder y el país se enfrascaba en la pelea por cerrar decorosamente la Constituyente, el canal PAT es vendido al empresario Abdallah Daher, importador de insumos y partes para aviones, residenciado en la ciudad de Santa Cruz. El medio se traslada en alas de Aerosur a la capital oriental y cae en manos de los opositores más exaltados del nuevo gobierno de Evo Morales. PAT es una de las puntas de la “Media Luna”.


El 1 de agosto de 2012, asediado por las autoridades, Daher decide entregar la empresa creada en 1998, a Comercializadora Multimedia del Sur SRL. Los dueños de PAT son hoy un completo misterio. Lo único evidente es que desde hace años gozan de abundante publicidad estatal.


Entretanto Amalia Pando siguió su labor periodística, primero en el canal estatal, luego en RTP, la red Erbol, Deseo, el canal 13, la radio Líder de la Gobernación de La Paz y ahora en su propia plataforma digital conocida como Cabildeo radio. Mario Espinoza también ha continuado su labor desde la radio y la televisión, mientras su fiel amigo, Carlos Mesa encara ahora su segundo intento de nadar entre los tiburones. Ya cuenta con uno propio, Sánchez de Lozada está casi olvidado.


Reedición del duelo


En 2011, Amalia Pando vuelve a encontrarse a Carlos Mesa en un estudio de televisión. Después de 9 años de gélido alejamiento, ella conduce “Cabildeo” en RTP. Para entonces Mesa está retirado de la vida política, tardará 8 años más en volver.


El diálogo de ambos en RTP es una especie de ajuste de cuentas que atenúa un poco el distanciamiento radical en el que se encontraban. Nunca más volverían a ser amigos, pero quizás han dejado de ser enemigos.


Abdel Padilla, periodista, recogió en “La Razón” aquel intercambio, ese reencuentro lleno de pasos envenenados. Lo leemos.


AP: Carlos, muy buenas noches. ¿Hace cuánto que no compartíamos un atril de televisión?

CM: Nueve años.

AP: Fue cuando te despediste del periodismo y saltaste a la política, ¿no?

CM: Febrero del 2002.

AP: ¿No extrañas el periodismo?

CM: Extraño, y no sabes cuánto.

AP: Es tolerante la sociedad boliviana, que todos los que van a la política pueden volver al periodismo, ¿no?

CM: Hay excepciones.

AP: ¿No te animas a volver?

CM: Si alguien se anima a que yo pueda participar en algún medio de comunicación, y no les da miedo que mi cara aparezca en pantalla, animadísimo.

AP: ¿Cómo empezabas el informativo en PAT?, gran informativo. Te movías los lentes así.

CM: Me movía los lentes así y no saludaba hasta que me dijeron un par años después que era de mala educación. No decía “buenas noches”.

AP: Estamos conversando con Carlos Mesa, ex presidente de la República y ex periodista, que es lo que apena…

CM: Sigo escribiendo una columna, lo que asumo me permitirá todavía autodenominarme como periodista.

AP: ¿Te arrepientes?, debe ser terrible ser ex presidente.

CM: Absolutamente, como jarrón chino: un objeto muy valioso que uno no sabe dónde ponerlo.

AP: ¿No fue un gran error meterte en política, sabes lo que sería Carlos Mesa hoy?

CM: Si lo analizas en función de lo que fue mi vida, probablemente sí. Pero lo que te voy a decir no lo tomes, por favor, como una demagogia teatrera y patriotera: el privilegio de ser Presidente, la experiencia intransferible de haber gobernado el país en un momento histórico tan significativo hace que te diga que no me arrepiento.

AP: ¿Qué tiene el poder, que endulza tanto?

CM: No es el poder, debo recordarte que renuncié a la presidencia, renuncié dos veces…

AP: Tres veces.

CM: Dos veces, no exageremos. Una fue una renuncia política, la otra fue una renuncia ética. Puedes creerlo o no, ése es otro tema. Opté por los derechos humanos contra el poder.

AP: ¿No vas a volver a la política?

CM: No te voy a decir que no voy a entrar en política nunca más. En este momento no estoy en política y no tengo mucho entusiasmo en hacerlo.

AP: Recordando esos días, Carlos Mesa tenía 80 por ciento de popularidad.

CM: Llegué a tener 82 por ciento.

AP: Carlos, ¿cómo tiraste esa simpatía por el caño?

CM: A ver, a ver, ¿cómo es eso de que tiré esa simpatía?

AP: Y sí, creo que el momento clave fue la firma de la ley de nacionalización, ¡te negaste a firmarla!

CM: Esa desastrosa Ley de Hidrocarburos.

AP: Tan desastrosa no era…

CM: Te digo algo: si habría sabido que la nacionalización era a la Evo Morales, nacionalizaba cinco veces. Yo creía en la nacionalización del 69, en la de Toro; es lo malo de tener vínculos con la historia. Yo creía en una nacionalización en serio, echando a patadas a Repsol y a Petrobras. Lo que no ha hecho Evo Morales pensé que era nacionalización.

AP: Pero Carlos, con 80% de respaldo, cómo pudiste renunciar, ¿no fue un acto de irresponsabilidad o ya no tenías respaldo alguno?

CM: El día que me fui tenía el 50% de respaldo popular.

AP: Más irresponsable todavía…

CM: En absoluto, si tú consideras que los derechos humanos son parte de la irresponsabilidad, no tengo tema de charla, si consideras que para mantenerte en el poder tienes que sacar al ejército y causar un Octubre 2003 II, encantado de la vida. Si crees que los derechos humanos son pura literatura, estamos perdidos.

AP: Tenías el 50% de apoyo, tenías que ejercer el poder. No ves al presidente Morales, ejerce el poder, está en el poder. No va a renunciar nunca.

CM: ¿Eso te parece un mérito?

AP: Me parece.

CM: Se ve que tú tienes más espíritu de poder que yo…

AP: ¿Por qué tenías que sacar al Ejército?, no todos tienen que ser Gadafi

CM: No por favor, no hagas una caricatura, ¡por favor!

AP: Te la estoy haciendo, de verdad…

CM: Es que no lo hagas.

AP: Firmabas la ley y gobernabas hasta el último día de tu mandato.

CM: Puede ser, pero hay un punto: yo no hago demagogia, no me gusta la demagogia.

AP: Es que no era demagogia, era un imperativo histórico.

CM: No, no lo era. La nacionalización es una gran estafa histórica, que pagará el país y tendrá que dar cuenta de ella el Presidente, que engañó a Bolivia diciendo que había nacionalizado cuando no lo hizo.

AP: ¿Te acuerdas de esa frase que la decíamos entre broma y broma?

CM: ¿El poder no te lo dan, te lo tomas?

AP: Exactamente, me parece que te faltó eso.

CM: Sí, sí, eso te lo concedo.

AP: Me pareció que Goni te humilló, cuando te obligó a posesionar a un Defensor del Pueblo para evitar que asuma doña Ana María Romero. No era mal tipo el Defensor, pero era el candidato de Sánchez de Lozada…

CM: Era mi obligación constitucional, pero hubo un doble problema: peleé a muerte por Ana María Romero… Pero te digo más, al día siguiente tuve que posesionar a nuevos miembros del Tribunal Constitucional, que no eran precisamente representantes…

AP: Es que en esos casos uno se enferma (risas).

CM: Cuando te toque ingresar a la política, hablamos de enfermedades.

AP: No me tocará.

CM: No, esa es tu ventaja, la ventaja de mirar de afuera es que uno siempre puede criticar sin costo.

AP: Si vuelve, ¿para qué quiere Carlos Mesa volver a la política?

CM: Una buena pregunta que probablemente me permita una respuesta más coherente en el futuro.

AP: No hay respuesta ahora…

CM: No, porque no sé cómo concluirá este escenario de la historia del país. Uno no tiene la necesidad de meterse si el país va por buen camino, pero no va por buen camino. No lo sé, para qué especular.

AP: Bueno, así cerramos esta entrevista, muchas gracias Carlos. Demoraste un poquito en aceptar mi invitación, ¿qué pasó, qué te hizo dudar?

CM: Demoraste un poquito en invitarme.

AP: Pero tardaste un poquito en responderme.


Fin de esta historia.

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