top of page

Novedades sobre Don Hernán


Rafael Archondo


Este 10 de octubre de 2022, Bolivia recordó 40 años de la implantación de la democracia.


Sí, implantación, no recuperación. Antes de aquel día, el país nunca se había puesto en serio a construir lo que hoy por hoy se concibe como una democracia.


Sí, es verdad: ya el 15 de agosto de 1840 hubo en el país electores de sufragio directo que usaban papeletas específicas para seleccionar a presidentes y diputados de su preferencia; sí, es verdad, el 17 de junio de 1956 todos los ciudadanos mayores de edad, hombres y mujeres ejercieron por primera vez el derecho a votar supieran leer y escribir o no; sí, es verdad, antes del 10 de octubre de 1982, Bolivia cumplía ya con algunos de los requerimientos técnicos básicos de una democracia, y sin embargo, aún no lo era.


No lo era, porque hasta ese momento las elecciones en Bolivia solo inducían una tregua pasajera en la lucha violenta entre las facciones. Lo habitual era convocar a comicios a fin de digitar el escrutinio y tener la coartada perfecta para aniquilar después a los opositores con legitimidad reforzada. Antes de 1982, el voto nunca dirimía las disputas partidarias, solo convalidaba a quien controlaba los resortes del poder desde donde se amañaba el conteo final. Desde su creación, el país vivió una sucesión de dictaduras puras y duras o de gobiernos autoritarios electos, que rápidamente devenían en tiranías hasta el próximo cuartelazo. Ni siquiera la Revolución Nacional con su irrupción multitudinaria junto al pueblo organizado en sindicatos y comandos, pudo estrenar una democracia en la que la pugna por el palacio quedara solo en manos de los electores. Los movimientistas gobernaron arropados del calor popular, pero expatriando o encarcelando a sus tenaces adversarios.


De tal suerte que nuestra democracia comenzó a respirar el 10 de octubre de 1982, porque desde ese momento nadie tomó el poder por la fuerza, hubo competencia libre entre siglas distintas y hasta antagónicas, el voto fue la única variable aceptada para ejercer el mando y las elecciones se realizaron de manera periódica o incluso se anularon, como en 2019, cuando las dudas ensombrecieron el escrutinio.


El último cometa que atraviesa nuestro cielo hasta el 10 de octubre de 1982 se llama Hernán Siles Zuazo. Su aporte en el proceso es sencillamente descomunal. Fue dos veces presidente, siempre por elecciones. Entregó el mando a su sucesor constitucional. Dentro y fuera del poder defendió las libertades incluso en contra de su partido, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Puso el interés común por encima del suyo y mostró que es posible perseguir cambios sin dañar ni la vida ni la convivencia humana.


A través del libro “Sobre un Barril de Pólvora. Biografía de Hernán Siles Zuazo”, Isabel Siles Ormachea y yo descubrimos algunas novedades sobre este personaje singular. Todas ellas sirven para conocerlo mejor, pero sobre todo para entender nuestro país y nuestra democracia. Acá, un repaso.


1. Desde muy joven, Siles descubrió la mezquina inoperancia de la violencia cuando le tocó presenciar a una multitud quemando el piano de su padre, Hernando Siles Reyes, en la puerta de la embajada brasileña en La Paz, donde éste se había refugiado. La gente decía expresar de ese modo pirómano su rechazo al intento del propietario del instrumento musical de prorrogarse en la presidencia. Aunque contó con los consejos y supervisión de su padre, Siles Zuazo fue criado por su madre, Isabel Zuazo Cusicanqui. Fue su modo autónomo de ser el primer hijo de un hombre amado por los jóvenes, pero al mismo tiempo controversial al haber querido perpetuar su influencia sobre el país. Por ello, esa noche Siles Zuazo no estaba junto a su padre dentro de la embajada. Se quedaría en la vereda de enfrente, en Bolivia, pese a los riesgos. Desde entonces entendió dos cosas a la vez: que la violencia solo engendra violencia y que el poder político de cualquier individuo no importa cuán talentoso, debe ser transitorio.


2. Siles Zuazo acudió a la Guerra del Chaco como soldado raso. Ni su aguda miopía ni la oposición de sus influyentes padres impidió que apareciera combatiendo en Alihuatá, donde fue herido en un brazo. Haber compartido sangre, dolor y llanto con sus pares aymaras en las trincheras no solo le dejó una especial sensibilidad sobre los problemas del país, sino que lo inscribió en la fraternidad altamente política de los excombatientes, quienes años más tarde decidieron con él el curso de los acontecimientos. Este rasgo fue compartido por casi todos los movimientistas con la excepción de José Cuadros Quiroga. En la Bolivia de la posguerra, haber luchado por la patria era una distinción que atraía votos y admiradores.


3. Ya de retorno a sus estudios de derecho en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Siles abrió su cabeza a la faena ideológica. Su mente discurrió con la de José Aguirre Gainsborg en el grupo Beta Gama (dos letras griegas que derivaban de “Bolivia Grande”). Esa simpatía por el socialismo, reflejado en los 7 ensayos del peruano José Carlos Mariátegui, se fue haciendo cada vez más sólida hasta llevarlo a unirse a Carlos Montenegro en las operaciones editoriales del periódico “Inti”. Ahí fijó el objetivo de su vida: un país justo, pero también el método: la reforma, que para él era el fin. Por eso firmó en 1942 el documento “Bases y Principios de Acción inmediata”, 54 páginas que anticipan el curso del nuevo partido, el MNR.


4. El partido del que Siles no se apartaría nunca más en su vida no era ni fascista ni marxista. Las coordenadas clásicas, acuñadas en Europa, no sirvieron ni sirven para detectar su filiación ideológica. Conociendo a Siles puede decirse que él jamás hubiera inscrito sus desvelos a una organización presidida por la esvástica ni por la hoz y el martillo. Siles fue nacionalista revolucionario como lo fue el MNR, y ello significa (luego casi todos lo aceptaron) fusionar al pueblo con la patria y con ello, cortar el vínculo entre la Rosca y la causa tricolor. El término “nacional-popular” se pondría después de moda.


5. Dentro de ese cauce, Siles siguió la ruta de la paz. Así como se escucha. Fue nuestro Gandhi. Salió electo diputado en 1942 con el voto de los paceños, entre ellos, los mineros de Milluni. Meses antes se adhirió a la tendencia antigolpista del MNR. Él y Rafael Otazo sostuvieron dentro del MNR que el partido no podía participar jamás en complots militares, porque una vez cedido el poder a los uniformados, éstos no lo devolverían. Consecuente con ese razonamiento, Siles miró con recelo a Toro, se mantuvo distante de Busch; cuando el dictador se suicidó, salió a las calles a pedir la sucesión presidencial para Enrique Baldivieso, defendió la continuidad del mandato constitucional de Enrique Peñaranda y se opuso al golpe del Mayor Gualberto Villarroel. Siles no oscilaba, lo hacía el MNR. Por eso amenazó con renunciar a sus filas cuando el presidente constitucional era reemplazado por radepistas y movimientistas en la madrugada del 20 de diciembre de 1943. Solo la constitucionalización del gobierno de Villarroel llevó a Siles a permanecer en el MNR, desde cuyas filas impulsó reformas como el voto femenino o la justicia campesina.


6. El largo exilio de Paz Estenssoro entre 1946 y 1952 fue enfrentado por Siles de un modo que luego se hizo clásico. Él operaba en la clandestinidad, mientras el jefe del MNR aguardaba ansioso su consagración en el terreno. Siles siempre reconoció la jefatura de Paz por encima de sus discrepancias y sostuvo esa conducta hasta 1971, cuando se produjo la primera y única gran escisión del partido.


7. Su labor como organizador partidario en condiciones adversas de persecución y exilio, colocó a Siles en el puesto de conducción efectiva del MNR. Por ello fue designado como candidato vicepresidencial para los comicios de 1951. En 1966 llegó incluso a ser una especie de jefe adjunto en paridad con Paz. Provisto de tal jerarquía, Siles condujo la Guerra Civil de 1949 y la toma del poder político para el MNR los días 9, 10 y 11 de abril de 1952. Así, quien se había estrenado en la política como un revolucionario antigolpista, terminó siendo un maestro de las conjuras. No porque hubiera cambiado de parecer, sino porque el enemigo se resistía a reconocer la voluntad popular expresada en las urnas.


8. Aunque el MNR tuvo militantes que, como Siles, recelaban de los militares, fue el único partido surgido después de la Guerra del Chaco, que sostuvo una alianza duradera con oficiales del ejército. Lo mismo ocurrió de cara a los sindicatos obreros y después, campesinos. Entre 1942 y 1952, los movimientistas disputaron elecciones con éxito (1944, 1947 y 1951), conspiraron activamente y vencieron en las calles. Su victoria el 9 de abril no fue fruto del azar y tampoco enteramente militar. El MNR ya había conquistado el corazón del pueblo. Las otras siglas competidoras no pudieron desarrollarse a ese grado. Ni Falange (FSB) ni el POR tuvieron esa estatura nunca. No es casual por tanto, que la Revolución Nacional no haya ni destruido al ejército ni sustituido a las Fuerzas Armadas por milicias.


9. En la medida de sus posibilidades y después de la captura del poder en 1952, Siles Zuazo evitó una deriva autoritaria del proceso nacionalista. Desde la vicepresidencia impulsó la Reforma Agraria y la unidad interna del partido. Ya electo presidente en 1956 cerró los campos de concentración y decretó amnistías para que la oposición falangista concurriera al juego democrático. Estabilizó la moneda persuadiendo a los trabajadores de las bondades de su plan y enfrentando solo con la palabra a las corrientes radicales parapetadas en las minas del Norte de Potosí. A Santa Cruz, le entregó el 11% de las regalías por ser departamento productor de gas y petróleo. Dejó el palacio sin manchar su trayectoria de demócrata y hombre de paz. Tuvo que lamentar el suicidio de Únzaga, con quien había compartido techo durante un exilio en Santiago.

10. A partir de su retorno al país en 1964, Siles buscó mantener la unidad del MNR, confrontada con el deseo de reelección inconstitucional de Paz Estenssoro, quien perseguía su tercer mandato. Por ello, fue expulsado del MNR y deportado al Paraguay. Desde allí vio la caída de Paz y el ascenso de Barrientos. Desde ese momento, Siles retomó sus habituales acciones clandestinas, teniendo al jefe del partido esta vez en Lima, ya no en Buenos Aires. El partido no se dividió el 4 de noviembre de 1964, solo perdió a dos militantes destacados: Guevara y Lechín.


11. El establecimiento de los gobiernos militares le permitió a Siles recuperar y entronizar su lógica antigolpista dentro del partido. Si bien tejió lazos de amistad con el general Juan José Torres, Siles evitará involucrar a su partido en conversaciones cuartelarias. No sucede lo mismo con Paz, quien negoció su regreso a Bolivia en tratativas secretas con el general Banzer.


12. La defección de Paz Estenssoro, quien se integra sin consultar al Frente Popular Nacionalista (FPN) e ingresa al palacio de gobierno en agosto de 1971, provocó no solo el exilio de Siles, sino el nacimiento inevitable del MNRI. Con ello Paz probó que para él era más importante el resultado transitorio de ventaja (volver a Bolivia) que la finalidad nacional. Cada uno de los líderes históricos del MNR terminó urdiendo acciones antidemocráticas con su respectivo general: Guevara con Barrientos, Lechín con Torres y Paz con Banzer (luego con el coronel Natusch). Siles se mantuvo prudente y consecuente. Gracias a ello, terminó siendo el movimientista con más méritos para encabezar la instalación de la democracia y el consiguiente repliegue de las Fuerzas Armadas a sus cuarteles.


13. A partir de la escisión del MNR en 1971, Siles escalaría el peldaño que le faltaba. Devenido Paz en aliado seguro de Banzer (1971-1974, 1985-1989), las masas obreras y campesinas que pasearon la V de la victoria por calles, comarcas y campamentos encontrarían en Siles al heredero natural de la Revolución. Solo eso explica las tres victorias consecutivas de la Unidad Democrática y Popular (UDP) entre 1978 y 1980. En reiterados ensayos progresivos, Siles cosechó más votos que Paz hasta alcanzar una mayoría suficiente para regresar a la presidencia 22 años más tarde.


14. La fractura del MNR, es decir, no la sustitución de un grupo por otro, sino la permanencia de dos segmentos medianamente fortalecidos propició, sin que nadie se lo haya propuesto, la construcción de un sistema de partidos, el primero, de la Historia nacional. Este solo hecho explica que la democracia se haya implantado con holgura en el país. Un MNR unido, con Paz y Siles a la cabeza, hubiera reinstalado la hegemonía movimientista para una segunda fase y como sabemos, la predominancia aplastante de un partido termina por erosionar el suelo de la democracia. La fractura del MNR, cuantificada a partir de 1978, ayudó a que una nueva generación política hiciera su aparición jubilosa en la escena. Solo una plataforma equilibrada de disputa con púgiles ligeramente diferenciados y capaces de derribarse mutuamente fertiliza la competencia democrática.


15. El MIR merece una mención aparte. Fue la organización juvenil de masas que firmó con Siles el llamado Pacto de Caracas, que dio nacimiento a la UDP en enero de 1978. A partir de su famoso seminario de Achocalla, el MIR se propuso ejercer el entronque histórico, que consistía en enlazarse como grupo con lo mejor de la generación nacionalista. El puente resultó exitoso, porque se engarzó con Siles, colocado por entonces en la cima de su vida pública. El MNRI también se benefició con el pacto, consiguió atraer a un equipo de nuevos operadores eficaces, carismáticos, motivados y creativos. La fórmula llevó a Siles a su segunda presidencia. Una vez en el gobierno, el MIR sintió que había llegado la hora de capturar la titularidad del proceso, se decir, de trascender a Siles. Se produjo entonces una accidentada ruptura en el seno de la UDP. El MIR abandonó dos veces el gabinete, pero mantuvo la vicepresidencia. Estos saltos del oficialismo a la oposición y luego en reversa, hundieron todo intento por encarar la crisis económica, que se devoró la iniciativa gubernamental. El 30 de junio de 1984, Siles fue secuestrado por diez horas. Allanar la residencia presidencial y extraer al jefe de estado para recluirlo en una fábrica abandonada fue el delito de aquel día. El rescate exitoso de Siles y su regreso al palacio puso en evidencia que aquel golpe militar, civil y policial había fracasado. ¿Estuvo el MIR involucrado en este hecho? No hay evidencia alguna al respecto, solo meros indicios, sin embargo, todos ellos apuntan más a Paz Estenssoro que a Paz Zamora. Y es que fue la mayoría congresal del MNR y ADN la que amnistió a los secuestradores y fue el siguiente gobierno del MNR (1985-1989) el que readmitió en el escalafón al principal jefe policial involucrado en el golpe.

16. En este largo trayecto, el secuestro del presidente puso en claro que, para los nuevos titulares del poder político, Siles se convirtió en su primer obstáculo. Su renuncia a un año de su mandato ha quedado en la memoria como un acto de desprendimiento que evitó conflictos y encauzó una transferencia pacífica del mando. Dicho y hecho. Siles se retiró en 1985 de la vida pública. Misión cumplida, Don Hernán.

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page