Historia del partido que buscaba a Marcelo
Rafael Archondo
El día en que las balas profanaron el cuerpo de Marcelo, el país entero caía postrado ante los golpistas del 80 y el partido del diputado asesinado, el PS-1, ese que apenas empezaba a gatear en las elecciones, entraba de forma prematura en una sala de terapia intensiva. ¿Habría vida después de una muerte tan repentina?
El derribo letal de Quiroga Santa Cruz al mediodía del 17 de julio había sido presenciado con horror por dos de sus más cercanos colaboradores: Walter Vásquez Michel y Cayetano Llobet, testigos del asalto al edificio de la Federación de Mineros en El Prado. En las semanas siguientes, la familia del líder asesinado emprendía vuelo hacia México. Desde allá y en los demás páramos del exilio, los socialistas lloraron su impotencia, ensayando explicaciones largas o expeditas imaginadas para entender aquella pérdida monumental.
Mientras duró la resistencia al Golpe, los compañeros del ex ministro nacionalizador tuvieron muy pocas oportunidades para encontrarse y pensar colectivamente. Su ascenso vertiginoso en las preferencias electorales entre las elecciones de 1979 y las de 1980 les daba pie para pensar que la sigla gozaba de un prestigio consolidado, sin embargo muchos sabían que aquel despegue había ido muy de la mando de una sola persona y ésta ya no estaba.
En noviembre de 1984, solo dos años después del desalojo de los militares y el retorno de las libertades, el PS-1 comenzaba a dividirse raudamente. El temor de que solo Marcelo fuera capaz de unir al partido parecía confirmarse a una velocidad desconcertante.
En agosto de ese año, turbado a fondo por la hiper inflación y las vacilaciones del gobierno de la Unidad Democrática y Popular (UDP), la Dirección Nacional del PS-1 estaba constituida por Roger Cortez Hurtado, Ramiro Velasco Romero, Germán Gutiérrez Gantier y Walter Vásquez Michel. ¿Qué pasó con estos connotados herederos?, ¿por qué no pudieron retener y expandir el capital político acumulado?
Acá te contamos la historia del partido que buscaba a Marcelo.
La clandestinidad
Según el libro “Memorias” (2010) escrito por Walter Vásquez Michel, en los meses inaugurales de la dictadura de García Meza, se organizó en el país una dirección nacional clandestina del PS-1. Estaba encabezada por Roger Cortez, médico de profesión, una de las figuras más jóvenes de la naciente organización. Vásquez cita más participantes de aquel núcleo resistente: Mario Galindo, Alfredo Pacheco y Dante Pino. Eran, dice el autor, reclutas recientes, militantes que se acercaron ese mismo año y que por eso mismo habrían gozado de mayor holgura para moverse y remover espíritus debido a que sus caras eran desconocidas para los aparatos de la represión.
Mientras tanto, en la ciudad de México, Cristina, la viuda de Quiroga, organizaba en la UNAM un acto de homenaje al esposo asesinado.
Ya desde ese instante doloroso, empezaron a aflorar las diferencias internas. El orador principal en el encuentro fue Cayetano Llobet. El otro testigo del asesinato, Walter Vásquez Michel resultó vetado por los ocho invitados a la testera. Molesto, decidió no acudir a la cita. En los medios impresos mexicanos ya se especulaba sobre una fractura interna.
En la capital azteca estaban instalados, tras el golpe, varios connotados dirigentes que jugarían un rol vital en esta comunidad humana de reciente orfandad: Carlos Böhrt Irahola y José Antonio Quiroga, el sobrino del desaparecido Primer Secretario.
El anfitrión predilecto de esa camada de exiliados era Juan Carlos Salazar, el Gato, en ese entonces corresponsal de una agencia de noticias en México y abierto simpatizante del PS-1. Semanas más tarde se uniría al contingente de expatriados el sindicalista José María Palacios, quien había logrado salir de Bolivia con la ayuda de la embajada de Panamá.
El retorno
La dictadura militar resultó durando mucho menos de lo que se anticipaba. Ya desde enero de 1982, los exiliados socialistas comenzaron a regresar al país. Los más presurosos fueron los parlamentarios electos en los comicios de 1980, quienes juraron a sus curules el 10 de octubre. La fórmula para regresar a la democracia dictó que se reconocieran esos resultados electorales, revirtiendo así literalmente el vano intento de García Meza por echar atrás las manecillas del reloj.
La dirección a cargo de Cortez recibió a sus camaradas repatriados con una sorpresa doble. Había aceptado reforzar las filas del PS-1 con la integración de dos agrupaciones de izquierda: la Organización Socialista de los Trabajadores (OST) y el Movimiento Popular de Liberación Nacional (MPLN). Solo el paso de los meses revelaría el tamaño de aquella inclusión. Al respecto, Cortez nos cuenta en una entrevista que la incorporación de ambos grupos estuvo precedida de una consulta amplia con la militancia, por lo que la sorpresa solo fue para los recién llegados.
La OST (luego convertida a MST) era portadora de un trostskismo acunado en la Argentina a partir de los planteamientos de Nahuel Moreno, seguidor porteño de la Cuarta Internacional adherida al intelectual planetario-francés Pierre Lambert. Los bolivianos morenistas eran personalidades fuertes como Pablo Solón Romero, Jaime Vilela, Amalia Pando, Javier Hurtado, Sonia Montaño y varios argentinos que hacían su “año revolucionario de provincia” en Los Andes.
El bocado era enorme y complicado de digerir. El PS-1 no había encarado nunca antes debates como los que les quitaban el sueño a los recién llegados. La OST era eslabón de una cadena mundial y patinaba en los hielos del debate entre el belga Ernest Mandel, el griego Michel Pablo o el propio Moreno desde Buenos Aires. Sus ideas oscilaban entre el marxismo consejalista, que proclamaba reforzar el poder de los sóviets u órganos naturales de los trabajadores antes que el de los partidos bolcheviques y la iniciativa de enviar un barco con combatientes a las costas de Nicaragua para enfrentar al general Somoza de la mano de los sandinistas (la brigada “Simón Bolívar”).
Cualquier observador informado hubiera reparado en el hecho de que la OST nunca se disolvería en el PS-1 y que lo que estaba haciendo era practicar el llamado “entrismo”, táctica aplicada por Michel Pablo a varias instituciones políticas europeas de izquierda a las que los trotskistas ingresaban como intestinos de un caballo de Troya.
El segundo paquete del menú no era menos compacto.
El MPLN era una fracción disidente del Ejército de Liberación Nacional (ELN), formada en Cuba en medio de los acostumbrados tours de adiestramiento militar que el régimen de Fidel Castro obsequiaba a cualquiera que simpatizara con su causa anti imperial. El grupo que se entrenaba para trabarse en combate vivió con angustia las desastrosas experiencias previas de Ñancahuazú y Teoponte. Entendieron entonces, mientras armaban y desarmaban sus fusiles, que a la guerrilla anhelada le hacía falta pueblo. Fue así que de privilegiar la vía militar, optaron por la acción política.
Primero se habían adherido a la UDP, el frente de izquierda ganador de las elecciones del 78, 79 y 80, pero una vez que presenciaron el desmoronamiento del gobierno de Siles Zuazo, los camaradas del MPLN optaron por encajar con el segundo en la lista, el PS-1. Desde allí aspiraban a desencadenar la rebelión popular armada y para ello cuidaban con esmero aquella foto borrosa en la que Marcelo aparece con un rifle en el breve conato de resistencia urbana contra el golpe de Banzer. Sí, el PS-1 había nacido armado, correspondía entonces radicalizar el curso de los acontecimientos.
Con el MPLN, el partido que buscaba a Marcelo sumó a Ramiro Velasco Romero, Guillermo Jalisco Dávalos, Guillermo Mariaca, José Chingo Valdivia y Miguel Alzérreca. Ya no contaron con la ex elena Amalia Decker, por entonces diputada electa en las filas de la UDP.
Aunque el grupo había disentido con la política exterior de la Revolución Cubana con respecto a Bolivia, su formación guerrillera en lo práctico y teórico era difícil de disimular. Tampoco el PS-1 había encarado a fondo el debate sobre el uso de la violencia como mecanismo de proyección partidaria. Su anfitrión, el joven Roger Cortez, recordaba aquellos debates de sus estudios universitarios en Córdova, Argentina, ciudad en la que conoció las acciones de los Montoneros. Sin embargo, Cortez aclara que en el seno del PS-1 nunca se llegó a debatir a fondo la opción de la lucha armada. A su vez, Cortez sostiene que la presencia de la OST en el partido nunca fue relevante y que en gran medida pasó desapercibida. De aquel grupo, el único que se habría quedado entre los seguidoes de Marcelo habría sido Fabián Yaksic.
Con las nuevas incorporaciones grupales, el PS-1 se vio precipitado a la vorágine nacional. La UDP, llevada del aeropuerto al palacio en medio de la algarabía popular, se agotaba en sus luchas dentro de casa y el asedio de la crisis económica más allá de sus muros. Para los radicales profesionales de la lucha armada, esa era la prueba de que el socialismo no vendría por la ruta del voto, sino que había que prepararse para la ofensiva final que termine aplastando a la burguesía. Entre los numerosos dirigentes sindicales del PS-1 como Justo Pérez, Antonio Solis o José Montecinos, el camino era la radicalización del proceso iniciado con la caída de García Meza. Ello debía suceder bajo el arbitrio de la clase obrera.
En el Congreso, los socialistas eran diez en la cámara baja y uno, en el Senado. De los elegidos en 1980, hubo dos ausencias notables, ni Llobet ni Héctor Borda Leaño (el solitario senador por Oruro) juraron a sus curules. El primero optó por quedarse en México y el segundo, en Suecia (luego regresaría para descollar en el hemiciclo).
Marcelo Quiroga también había sido electo el año de su asesinato. Llobet fue reemplazado por Gutiérrez Gantier y Quiroga por Johnny Morató. De la bancada, Digno Ramos presidió la comisión de asuntos sociales y Vásquez Michel, la de minería.
Al iniciar mayo de 1982, el PS-1 organizaba su primer congreso sin Marcelo (el tercero en su historia). Gobernaban aún los militares, pero ya en su fase de fuga del gobierno. Vásquez Michel consigna 60 delegados reunidos en un local del barrio de Miraflores en La Paz. Entre los mineros, el Consejo Central Sur siempre estuvo sobrerrepresentado. Ni un solo pandino marchaba por el salón.
La primera decisión asumida fue que Marcelo no tenía reemplazante y que a partir de ese momento, la dirección sería colegiada. El timón quedaría en manos del nuevo secretariado ejecutivo nacional (el SEN). La lista de los diez dirigentes máximos del nuevo PS-1 revela un hecho crucial: la OST ha dejado ya de formar parte del partido o al menos ha sido relegada a la conducción en el departamento de La Paz. Ninguno de sus dirigentes aparece en aquel Estado mayor sin Marcelo. Vásquez Michel (2010) sostiene que el aparato construido por Roger Cortez desde los tiempos de la clandestinidad termina copando la mayor parte de las sillas.
El PS-1 empieza a ser dirigido, desde mayo de 1982, por Roger Cortez, Alcides Monasterios, Antonio Solís, Justo Pérez, Digno Ramos, José Montesinos, Ramiro Velasco, José María Palacios, Walter Vásquez Michel y Carlos Böhrt. Seis de diez son obreros.
Luego llegaría el IV Congreso en septiembre de 1983 en el cual quedarían plantadas las semillas de la discordia. Allí una alianza entre Cortez y Velasco reafirmaría su predominancia y terminaría alejando a los dirigentes sindicales del partido, hecho al que nos referimos más adelante.
En enero de 1983, la UDP vivía su primera crisis interna. El MIR dejaba el gabinete en el que había ocupado seis ministerios. Ante una deserción tan significativa, la primera idea que circuló fue propiciar el ingreso del PS-1 al gobierno de Siles. Las negociaciones fueron llevadas con entusiasmo por diversos dirigentes de ambos núcleos de decisión. En ello se vivieron las primeras fricciones.
Según Vásquez Michel, los segmentos sindicales u obreros del partido seguían las directrices de la Central Obrera Boliviana (COB), dirigida por uno de los adversarios más enconados de Siles, Juan Lechín Oquendo. Según el autor de “Memorias”, José María Palacios, miembro electo del secretariado nacional del PS-1, habría dicho textualmente: “Prefiero un acuerdo con Banzer que con la UDP”.
El ánimo sindical anti udepista fue calando la vida interna de la nueva dirección partidaria. La unidad se haría trizas en 1984 cuando el PS-1 convocó a un ampliado nacional en Cochabamba a fin de dirimir posturas. Mientras Cortez, Velasco y Vásquez entendían la necesidad de una mínima colaboración con aquel gobierno de izquierda que defendía la democracia, el bloque obrero encabezado por José María Palacios optó por seguir su propio camino. Con la ruptura, Palacios sería reemplazado por Gutiérrez Gantier en el SEN.
El grupo escindido ostentaba un rostro obrero y sindical, sin embargo arrastró o quizás también fue arrastrado por un ideólogo de fuste como Carlos Böhrt. Oriundo de un departamento minero (Oruro), el joven socialista llegado de México, terminó dándole su sello a la nueva organización rebelde. A fin de subrayar su supuesta lealtad ortodoxa con la figura fundadora, el partido de la fracción radical y obrera pasó a denominarse PS1-MQ. Vásquez Michel menciona los principales nombres de la línea MQ: José Montesinos, Luis Muñoz, Roberto Ruiz Bass Werner, Gualberto Lizárraga y José Luis Harb.
Una consecuencia esperada de este primer quiebre hubiese sido el encuentro del bloque obrero del PS-1, llamado MQ, con la recién expulsada OST. La afinidad entre ambos segmentos era innegable. En ambos, la gravitación del sindicalismo los colocaba tras las trincheras de la huelga y el bloqueo. Para ambos, la COB era el escenario principal del debate y el horizonte para trascender una democracia sometida a las tanquetas del ejército y las imposiciones del Fondo Monetario. Este paso no se dio. La sigla PS-1 MQ no fue inscrita en la Corte Electoral y Böhrt fue remando lentamente hacia el MIR de Jaime Paz Zamora. Antes de ingresar al Congreso Nacional por ese partido, el orureño haría una breve escala para las elecciones municipales de 1987 al respaldar a la viuda del general Juan José Torres como candidata al consejo municipal de La Paz.
En enero de 1984, durante el XX Congreso Minero de Telamayu, la fracción MQ se unió a la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU), alianza amplia de líderes sindicales profundamente enemistados con la UDP. En el inminente Congreso de la COB, la DRU colocó en el comité ejecutivo de la máxima entidad a Walter Delgadillo Terceros, quien había renunciado al gabinete de Siles cuando su partido, el MIR, decidió retornar al gobierno. La corriente mayoritaria en ese momento colocó al sindicalismo en pie de guerra contra el gobierno de Siles y sus fallidos intentos por estabilizar la moneda.
El 1 de agosto de 1984, Velasco, Cortez, Vásquez y Gutiérrez firman a nombre del PS-1 un documento breve con Óscar Eid y Antonio Araníbar del MIR, Federico Álvarez Plata del MNRI, Marcos Domic y Jorge Kolle Cueto del PCB, la cúpula de la UDP, en el que afirman haber logrado un entendimiento político en torno a los puntos de vista convergentes entre el gobierno y la COB.
El hecho encendió el tramo final de la mecha rumbo al estallido. Según Böhrt (1985) en su libro “Itinerario de un Conflicto”, la ruptura del bloque sindical del PS-1 con la dirección del partido se produjo entre octubre y noviembre de 1984.
En ese mismo ampliado de Cochabamba en el que se consagra la primera división del PS-1, los dirigentes que quedaron, una clara mayoría, debatieron la estrategia del partido de cara a las elecciones de 1985. Si bien hasta ese momento se habían negado a elegir a un sucesor de Marcelo, el registro de un candidato a la Presidencia los empujaba a pensar en un número uno, así sea transitorio. Dos nombres se barajaron de inmediato: Roger Cortez y Walter Vásquez Michel. Ninguno prosperó. El primero no tenía la edad prevista por la ley y el segundo, rechazó de plano la oferta. Al final, la decisión benefició a Ramiro Velasco quien cumplía los requisitos y estaba dispuesto. Los mal pensados de la política pudieron haber dicho en ese momento que en solo dos años el MPLN se había adueñado del PS-1. Como acto de compensación, Vásquez Michel se convirtió en el acompañante de fórmula.
Según Vásquez Michel, la decisión de postular a Velasco no fue la más acertada. En sus palabras, el primer candidato del PS-1 después de Marcelo no solo no daba la talla sino que: “era un hombre complicado”. “Se acostaba a las tres de la mañana, dormía hasta medio día. Nunca trabajó, no sabía de preocupaciones (…) su alimentación era muy escogida, no comía carne de cerdo ni de cordero, era exagerado por la limpieza de las comidas y de los utensilios. No comía en los mercados ni de las que vendían comida en las calles, prefería no comer. A la proclamación en las minas, los mineros convocaban para las siete de la mañana. Era un problema hacerlo levantar de la cama. Para Ramiro la campaña fue un sacrificio”.
Las diferencias entre los grupos internos no cesaban ni siquiera durante la campaña. Los seguidores de Cortez se negaban a irradiar el rostro y nombre de Velasco, considerado un advenedizo. Vásquez Michel cuenta que amenazó con renunciar a su postulación si no cambiaban de comportamiento. Cortez se deslindó de esas acciones, aunque Vásquez Michel sabía que las regionales reacias respondían a sus instrucciones (La Paz y Santa Cruz).
La segunda división estaba ya germinada. Pese a ello, el PS-1 volvió a tener una bancada compuesta ya no por diez, sino por cinco diputados. Los nombres y las regiones están claros: Cortez por Potosí, Gutiérrez Gantier por Sucre, Mariaca y Velasco por La Paz y Vásquez Michel por Oruro. Como vemos, el grupo MPLN copaba tres de los cinco escaños.
Tras las elecciones municipales, Cortez toma una decisión inexplicada, pide licencia de la dirección y se concentra en su vida parlamentaria. El aparato de movilización queda al mando de Vásquez Michel, Hugo Moldiz y Vilma Romero. Los ex miembros del MPLN como Velasco, según el autor de “Memorias”, “hacen política de escritorio, sin contacto con las bases”. Solo faltaría agregar que quizás se acostaban a las tres de la mañana.
Son los años del juicio de responsabilidades contra Luis García Meza y sus colaboradores. Lo lógico hubiera sido que alguna personalidad del PS-1 asuma la conducción de la parte acusadora. Como señala Vásquez Michel, ni Gutiérrez Gantier, que residía en Sucre, sede de la Corte Suprema, ni Carlos Böhrt, que en algún momento estuvo presente en las sesiones, asumieron esa lid como suya. El protagonismo quedó alrededor de Juan del Granado, quien encuentra en el proceso una plataforma insuperable para convertirse, primero en diputado (1997) y luego en alcalde de La Paz (1999). Entre tanto, Roger Cortez destaca como parlamentario asumiendo como su bandera la defensa de los productores de coca, enfrentados a la política de erradicación forzosa promovida desde los Estados Unidos.
En abril de 1986 se reúne el V Congreso Nacional del PS-1. El encuentro tiene lugar del 4 al 7 del mismo mes en la biblioteca municipal de La Paz. Cortez brilla por su ausencia. Velasco y Gutiérrez asisten como miembros del SEN.
Según Vásquez Michel, los cien delegados observaron sorprendidos, un día después de iniciadas sus deliberaciones, la reaparición de Cortez. De inmediato corrió el rumor de que había vuelto para ser electo como Primer Secretario. Cuando propuso restablecer esa figura, las sospechas crecieron. Velasco se puso en contra de la idea. Sabía que Cortez podía ganarle.
En el momento de debatir ideas, surgieron dos corrientes: Vásquez Michel planteó organizar un alzamiento popular, Velasco se decantó por la negociación y la vía electoral mediante la unidad de la izquierda. Las elecciones de 1993 lo recibirían justamente como candidato de una disminuida Izquierda Unida. Cortez no presentó ningún documento, quizás a la espera de elegir al mejor aliado.
Al final, los delegados en la biblioteca municipal se inclinaron por Cortez. Vásquez Michel afirma en su libro que para ello fue necesario agregar, a último momento, seis nuevos electores que volcaron tramposamente la balanza. Es el momento del desbande. La fracción del MPLN se retira del Congreso y Vásquez Michel hace lo propio, aunque sin ánimo de seguirlos.
Es evidente que el Congreso de 1986 fue en realidad el colapso del partido que buscaba a Marcelo. Seis años después no lo había encontrado y el panorama político nacional ya le era desfavorable. En las elecciones de 1989, la Izquierda Unida (IU) buscó llenar el vacío dejado tanto por la UDP como por el PS-1. Después de un duro forcejeo, dos de las tres fracciones escindidas del MIR en 1985 lograron unir fuerzas. De allí surgió el binomio Antonio Araníbar-Walter Delgadillo. No parecía haber sitio para otras opciones similares.
Pese al colapso de la biblioteca municipal, la papeleta de 1989 mantuvo la clásica sigla en rojo y blanco. Roger Cortez, quien ya tenía la edad requerida para ser candidato, compitió junto a Jerjes Justiniano, ex rector de la Universidad pública cruceña. El binomio intentó arañar votos, pero al final fracasó. Tuvo solo un tercio de la votación de la IU, la cual se benefició con diez curules, el mismo peso alcanzado por Marcelo en 1980.
Cortez quedó a un puñado de votos de distancia de regresar al Congreso. Junto a Víctor Hugo Cárdenas, el candidato katarista, se sometió entonces a una huelga de hambre en protesta por las manipulaciones de la Corte Electoral. El hecho generó simpatías populares, las cuales, sin embargo, no repusieron el escaño. Sánchez de Lozada, el ganador de esa elección, desconocido luego por la alianza entre el MIR y ADN, se aproximó a los dos huelguistas y los fue atrayendo a su proyecto. Aunque Cortez no se integró como Cárdenas a la fórmula de Goni en 1993, expresó cierta afinidad con el esquema de renovación triunfante en el MNR, partido que sí había logrado trascender a Paz Estenssoro.
En la otra vereda, la IU colocó a Gutiérrez Gantier en el parlamento. El PS-1 que antes fue MPLN, empezaba a integrarse a diversas alianzas y descartaba coyunturalmente la pretensión de heredar las banderas de Marcelo. Al final del ciclo, Chunka y Velasco, y no Cortez, respaldaron abiertamente a Sánchez de Lozada. El primero fue su aliado en Chuquisaca y el segundo, embajador de Bolivia en La Habana, Cuba. De ese modo, retornaba a la isla desde donde nació su formación política e ideológica. Allí falleció sorpresivamente.
Carlos Böhrt se movió más veces y más lejos. Tras convertirse en asesor de Ema Obleas de Torres, candidata de la Alianza Patriótica al municipio de La Paz en 1987, se unió a la Nueva Mayoría de Paz Zamora. Chaly, como lo conocen sus amigos, tiene la virtud de salir bien librado de todos sus fichajes partidarios. Allí donde se asoma, destaca. Del MIR pasó a ADN en consonancia con Tuto Quiroga. Luego lo acompañó en la creación de un nuevo partido: Podemos y desde el congreso, enfrentó juiciosamente el reto llamado Evo Morales. Böhrt fue parte de la oposición congresal moderada que permitió hacer cambios en el proyecto de Constitución a fin de aprobarla. A medida que la polarización se fue acentuando, ha ido quedado solo en el rol de analista y comentarista. Roberto Ruiz Bass Werner, otro socialista de los primeros años, estuvo también en Podemos y jugó un rol importante desde el senado en la transición hacia el Estado Plurinacional.
Otros socialistas de segunda línea como José Luis Harb, Hugo San Martín, Guillermo Dávalos, Carlos Hugo Molina también hicieron parte del primer gobierno de Goni.
Los militantes de la OST siguieron caminos distintos. Amalia Pando se concentró en escarbar noticias, Pablo Solón fue canciller “a la sombra” de Evo Morales, luego tomó distancia, Javier Hurtado fue primero empresario exitoso, seguidor del katarismo después y finalmente miembro del gabinete evista. A Sonia Montaño la atrajo el primer Sánchez de Lozada y después se concentró en aportar al movimiento de mujeres desde la CEPAL en Santiago de Chile.
Otros socialistas como Dante Pino, separado del PS-1, según Vásquez Michel, ya desde el periodo de la UDP, se sumaron a Nueva Fuerza Republicana (NFR) de Manfred Reyes Villa. Por esa vía, Pino Archondo derivó en el peor periodo de Sánchez de Lozada y tuvo que marcharse a Lima, Perú.
Mario Galindo, otro militante prominente, simpatizó con la participación popular decretada en 1994 y teorizó sobre ella. Cayetano Llobet, quien no juró a su curul en 1982, regresó en 1990 a Bolivia para incursionar en la televisión. Terminó muy cercano al MNR de Goni, partido para el que fue candidato en Sucre. Su lealtad a Sánchez de Lozada lo llevó a atacar duramente al Presidente Carlos Mesa y a asociarse en Miami con el ex ministro Carlos Sánchez Berzaín.
Walter Vásquez Michel, uno de los autores más citados en este recuento, abandonó su partido en 1986 e intentó contribuir a distintos esfuerzos políticos desde la izquierda. En esa ruta, cooperó con el Eje de Convergencia, Conciencia de Patria y finalmente con el Movimiento al Socialismo (MAS).
Otros socialistas como Guillermo Mariaca o José Chingo Valdivia (fallecido) optaron más bien por la vida profesional o académica. Ello no impidió que fueran y sean activos impulsores del debate nacional. Sus posturas se distanciaron radicalmente del llamado “proceso de cambio”.
Conclusiones
Este viaje concluye acá. Algunas ideas básicas pueden, sin embargo, abrirnos nuevas lecturas:
1. Como su nombre lo indica, el PS-1 nació de una escisión. Fue fundado por Marcelo Quiroga Santa Cruz en 1971 después de una lucha fraccional interna dentro del Partido Socialista (PS), que lo enfrentó al sector liderado por Guillermo Aponte Burela. Éste hizo un acuerdo con la UDP y luego pactó con el MNR de Goni. Marcelo lo acusó de claudicación por haber pactado libertad de movimientos para la militancia con el ministro del interior de Banzer, Juan Pereda Asbún. Quiroga no toleraba componendas secretas y menos con el adversario ideológico.
2. La división pareció perseguir al partido incluso cuando Quiroga ejercía el Primer Secretariado. Una fracción interna exigió desde 1978 que se suscribiera una alianza electoral con otros partidos de izquierda. Podía ser la UDP o las otras fuerzas más radicales y obreras. Al final esos pactos no pudieron cristalizar por desavenencias desde ambas orillas de la negociación. La práctica electoral mostró que al PS-1 le convenía apuntalar a su líder y no someterse a lógicas externas.
3. Tras el asesinato de Quiroga Santa Cruz en julio de 1980, el partido fue reorganizado en Bolivia por Roger Cortez Hurtado, figura joven y desconocida en ese momento por las burocracias represoras de la dictadura. Los socialistas en el exilio regresaron a Bolivia a inicios de 1982. Para entonces tuvieron que adaptarse al contexto forjado por Cortez y su grupo.
4. Atraídos por el prestigio de la sigla y espantados por el fracaso de la UDP, dos organizaciones políticas pre existentes se integraron al PS-1 bajo la venia de Cortez. Eran la OST y el MPLN. Cada estructura trajo consigo sus problemáticas y agendas. En los hechos, nunca hubo asimilación.
5. El ingreso de los dos aparatos obligó al PS-1 a reconfigurar su directiva. En la primera pulseta, la OST quedó fuera del juego. Solo logró copar la dirección departamental de La Paz. Las cartas se repartieron entre la fracción de Cortez y la del MPLN, que actuaron aliadas contra las visiones más obreras aportadas por la OST y los dirigentes mineros socialistas.
6. En noviembre de 1984, el bloque obrero del PS-1 se escinde para formar un nuevo partido: el PS-1 Marcelo Quiroga (MQ). La ruptura se produce porque el grupo disidente impulsaba dentro del sindicalismo boliviano una política de feroz enfrentamiento con el gobierno de la UDP. La crudeza del conflicto también le arrancó al MIR a sus frentes de masas, que formaron una nueva organización desprendida del tronco.
7. “Liberados” de las dos corrientes más marxistas y ortodoxas, los dirigentes del PS-1 se encaminaron a la campaña electoral de 1985. Llevaron como candidato a Ramiro Velasco Romero del segmento MPLN. Cortez hubiese sido elegido si hubiera tenido la edad exigida por ley. En esos comicios, la bancada del PS-1 se reduce a la mitad (de 10 a 5). Nada mal, considerado el contexto adverso.
8. Un año después, en abril de 1986, las facciones de Cortez y Velasco chocan frontalmente. Ya ninguna está muy interesada en llevarse los colores ni la sigla. Cortez es elegido primer secretario, pero todos los demás desconocen el resultado y abandonan el Congreso. Cortez avanza hacia la formación de su partido: Patria Socialista. Lo acompaña resueltamente Hugo Moldiz Mercado. Velasco, en cambio, opta por acercarse al resto de la izquierda, de la que consigue ser candidato presidencial en 1993.
9. El PS-1 perdió a su mayor patrimonio humano en julio de 1980. La estela de Marcelo siguió siendo poderosamente atractiva durante las dos décadas siguientes. Sus ideas y el recuerdo de su voz atrajeron bajo sus banderas rojiblancas a numerosos intelectuales y políticos jóvenes y prometedores. Cualquiera de ellos hubiera sido una enorme ganancia para cualquier partido. Esa constelación no logró unirse alrededor de una idea común o una causa vibrante. Sobre el PS-1 cayó la loza del desprestigio mundial de la izquierda tras la caída del socialismo real. Esa fue la invitación para que muchos de los socialistas desertaran de la idea madre. ¿Qué hubiera hecho Marcelo en ese nuevo mundo posterior a la Guerra Fría?
10. Un número importante de socialistas resultó atraído por Gonzalo Sánchez de Lozada. Es difícil saber las razones. Una de ellas pudo haber sido su anti banzerismo, valor que el MIR no pudo sostener (solo Böhrt se unió a Paz Zamora). Otro elemento seductor pudo haber sido la alianza de Goni con el katarismo y por supuesto, la participación popular. Muchos socialistas vieron en eso la consecución de mínimos objetivos que les recordaban la utopía de sus años mozos. De todos ellos, solo dos, Vásquez Michel y Moldiz se subieron al tren del “proceso de cambio”, impulsado por el MAS y Evo Morales. Quizás vieron con orgullo que una Ley anti corrupción lleve ahora el nombre de Quiroga.
11. El caso de José Antonio Quiroga, el sobrino del líder asesinado, merece una mención especial. Se acercó al MAS y estuvo a un pelo de ser candidato vicepresidencial. Tras rechazar la oferta, se fue desencantando. Desde la larga oposición al gobierno de Morales, ayudó a construir Comunidad Ciudadana (CC). Para entonces, el socialismo ya era una palabra inocua o infame, según qué perspectiva prevalezca. La suya fue una trayectoria distinta.
Comments