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El Mallku y su papagayo


Rafael Archondo


En 1984, tras haber cursado solo 16 materias de su truncada licenciatura en Matemáticas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Álvaro García Linera merodeaba ansioso por las oficinas de la Federación de Campesinos de La Paz. No importaba el tiempo que tuviera que esperar. El chico de 22 años buscaba interponerse en los pasos de los rudos dirigentes sindicales que entraban y salían de aquel viejo edificio. La vigilia indescifrable de un muchacho de rasgos “jailones” en la entrada de la sede campesina, llamaba la atención de los visitantes habituales.


En esos meses, Tomás Apaza, Agustín Hachacollo, Juan Carlos Quisbert, Zenovio Alvizuri, Fernando Surco, Calixto Jaillita y Felipe Quispe Huanca ultimaban los preparativos de la formación de ORAT, sigla elegida para abreviar las palabras: “Ofensiva Roja de Ayllus Tupajkataristas”. “Yo ya había aprendido cómo estructurar una organización clandestina, conspirativa”, le comentó Quispe, más conocido como el Mallku, a un acucioso periodista en 2010. Los datos proporcionados en esa entrevista por el ya fallecido líder histórico de la CSUTCB ponen en claro que la puesta en marcha de la ORAT no necesitó de más desvelos que los de ese grupo de indianistas y kataristas enfrentados a las vacilaciones del gobierno de la UDP.


Quispe había sido antes colaborador cercano de Luciano Tapia, el primer candidato a la Presidencia por el Movimiento Indio Tupaj Katari (MITKA) en las elecciones de 1978. En 1979, el partido se dividió en la localidad de Tolata, donde Constantino Lima fue expulsado por el ala más radical. Quispe y Tapia estaban acercando al MITKA a la órbita cubana, apoyados por el dinero desembolsado por Alejandro Rodríguez, un militante chileno del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la organización fundada 13 años antes por el Che Guevara en Ñancahuazú.


Al citado periodista, Quispe le contó que tras resistir el golpe de García Meza, estableció contacto con Jorge Ruiz Paz, más conocido como el Negro Omar, segundo hombre en la jerarquía del ELN. Él le permitió seguir un curso de adiestramiento militar que alternó campamentos entre Cuba, Guatemala y El Salvador. “Yo estaba en Centroamérica, ahí aprendí cómo se hace la guerra de guerrillas”, decía Quispe en 2010.


“Estábamos tres personas, Fernando Surco, Calixto Jaillita y mi persona. Uno era de Pacajes, otro de provincia Camacho y yo era de Omasuyos. De pronto un día nos encontramos con el Juan Rodríguez Guaguama. Hasta esa fecha yo no conocía a él. Pero sí lo había conocido mi compañero Fernando Surco. Con él se encuentran, se abrazan en la calle, hablan en clave, con él decía, te recuerdas compañero, que contigo hacíamos las payasadas en Argentina. Era una palabra desconocida, yo no sabía, después de que nos apartamos, le pregunto al Fernando y me dice, las payasadas son los asaltos”, relataba Quispe. En efecto, Surco y Rodríguez Guaguama habrían participado de diversos atracos organizados por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de la Argentina durante la década del 70.


Quispe siguió frecuentando a Rodríguez Guagama, quien en ese momento era diputado de la UDP. En 1969, como miembro del ELN, impulsó en Santa Cruz el asesinato de Honorato Rojas, el famoso delator de la columna del guerrillero Joaquín en Ñancahuazú. El relato de Quispe en 2010 prosigue: “Un día de pronto nos dice, hay unos jóvenes igual que ustedes, unos locos, quieren hablar con ustedes, ya sé, pero ¿quiénes podría ser los locos? No hay problema, hablaremos. Juan había citado a su alojamiento, porque él vivía aquí en la calle Bozo, por la avenida Montes. Ahí llegamos los tres y ahí vi a dos muchachos blanquitos que estaban sentados. Nos presenta, él se presenta como José (era Álvaro), humildemente vestido, con una chamarra beigue, un vaquero azul, un zapato que cuesta 500 dólares y sus pelos gringos, y el otro era su hermano Raúl. Comenzamos a hablar, ellos nos dan un folleto, totalmente marxista, ellos no sabían nada del indianismo tupajkatarismo, no conocían absolutamente nada”. Así se habría producido el encuentro entre los hermanos y el grupo de Quispe. Desde entonces, García Linera habría montado guardia en las oficinas de la Federación hasta lograr su reclutamiento en la ORAT. El testimonio del Mallku destapa varias falacias elaboradas por la historia oficial afín al MAS. La principal de todas es que los hermanos García Linera habrían sido un factor gravitante en la construcción del denominado Ejército Guerrillero Tupaj Katari (EGTK). Falso.


Sobre Álvaro García Linera, Quispe fue forjando una galería de descripciones, en la que el frustrado matemático luce como un ave rara en medio de la altipampa: “era un analfabeto para hacer una emboscada, para entrenar, adiestrar a los combatientes (…) eran un pequeño grupo que estaba metido con ese pensamiento de crecer, de ser un hombre importante, pero ¿a través de qué?, a través de nosotros, agarrándose del poncho del indio (…) Él no sabía hablar el idioma nativo, ninguno de los idiomas que tenemos, ustedes saben que el idioma es pensamiento y el pensamiento es ideología. Como no piensa en nuestro idioma, no pues, es un papagayo que teníamos en las comunidades (…) Yo lo llevaba a las comunidades, la gente se espantaba al ver a él, un blanco con poncho, con chullu. Como no entendía, nosotros hablábamos en aymara, él como un papagayo movía sus ojos, miraba, se reía como zonzo, no sabía lo que va a decir. Había mucha desconfianza de la gente, en muchos lugares hemos sido reprochados. Hablan ustedes contra el qara y ahí está el qara junto con ustedes. Un día les van a traicionar, nos decían. Él no ha redactado ningún documento, tampoco es el fundador del EGTK”.


En 1988, la ORAT toma la decisión de encarar la lucha armada. En el congreso campesino de Potosí se aprueba su tesis política. Al año siguiente, en Tarija, Quispe se despide de los delegados de la CSUTCB. Había llegado la hora de la acción.


Según Quispe, los García Linera, “no sabían nada, a Álvaro no le gustaba caminar por el monte”. “Yo recuerdo que una vez hicimos un entrenamiento militar en Teoponte, caminar toda la noche, todo el día, 2, 3, 4 días sin comer nada. Él (Álvaro) no quiso ir, eso sí, su hermano Raúl estaba, pero no ha podido aguantar, hemos tenido que cargarlo como un muerto”, recordaba Quispe.


¿Cuál fue entonces el aporte de los papagayos? Quispe reconoce uno solo: “Usted sabe que en este país llamado Bolivia, el oficial de la policía es blanco, desde un oficial hasta un teniente, rara vez vamos a ver un general Nina, como estamos viendo ahora. A nosotros nos han servido. Al Álvaro podemos ponerlo un uniforme de oficial, colocarle dos estrellas para que sea un teniente y así él puede entrar a una recuperación de recursos económicos como un oficial. Eso lo hizo en algunos lugares. El policía que es simple policía raso, se cuadraba para él, le daba parte. Entonces como le daba parte, le quitaba el revolver y así era fácil para reducir a la policía en algunas ocasiones, para eso nos ha servido”.


¿No resulta acaso pintoresca la anécdota? Los hermanos papagayo usaron su color de piel para participar de la liberación india. He ahí su modesta contribución. Conclusión: el EGTK fue creación exclusiva de la ORAT y ahí dentro, el grupo mestizo de los García Linera fue una especie de pesado lastre.

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