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El bebé llorón, Ayala Mercado, los cargos y el militarismo

Rodrigo Ayala Bluske



En los primeros días de septiembre de 1964, la familia Ayala – Bluske, le puso a su hijo recién nacido (quien suscribe estas páginas), el apodo de “El Generalito”. La razón era simple; el vástago no paraba de llorar, y la referencia se hacía en función al general Rene Barrientos Ortuño, que por esos días era asiduo visitante de la residencia familiar. Ernesto Ayala Mercado había retornado hacía poco de sus funciones como Embajador en México, y Barrientos se había aproximado a él, seguramente buscando apoyo para su proyecto político (primero ser vicepresidente de Paz, luego tomar el poder). La cercanía entre Ayala y Barrientos se debía a dos motivos; primero porque ambos eran co - generacionales cochabambinos, pero sobre todo porque el segundo era compañero de promoción del general de aviación Jaime Ayala Mercado, hermano de Ernesto. De ahí que las visitas se sucedían, en varias ocasiones los tragos iban y venían, y en ellas, invariablemente el general, conocido por su fuerte emocionalidad, terminaba la sesión con lágrimas en los ojos, en lo que los tarijeños denominamos como una “catarreada”.


Y, sin embargo, a pesar de la cercanía, cuando Barrientos asumió la presidencia en el 5 noviembre, la negativa de Ayala Mercado a las ofertas del general (ser parte de su gabinete ministerial y del aparato político que estaba conformando) fue rotunda. Es más, fue el único de los miembros importantes de la izquierda del MNR que no apoyó el golpe; Lechin y su grupo que ya habían roto con Paz y lo hicieron, junto a otros sectores del MNR como el que encabezaba Siles Zuazo.


Si la negativa fue contundente, la reacción de Barrientos fue terrible: agentes del ministerio del interior tomaron la casa de Ayala Mercado (de la que hasta hace poco era asiduo visitante el general-presidente) y literalmente la saquearon. Ayala, luego de estar varios días en las dependencias del ministerio, fue conducido a San Pedro y luego confinado en el Madidi. Un año más tarde logró salir libre y se trasladó a Tarija, donde ya se encontraban su esposa con el resto de la familia. Sin embargo, nuevamente se dictó una orden de arresto contra él. Ventajas de vivir en un pueblo chico, fue advertido a tiempo y logró cruzar la frontera con la Argentina en la cajuela del carro del arzobispo de Tarija (muy amigo de la madre de Gloria Bluske), que era conducido por su cuñado el también movimientista William Bluske (que posteriormente escribiría “Subdesarrollo y Felicidad”).


Después de estar exiliado otro año en Salta, Ernesto volvió silenciosamente a Tarija. En ese tiempo Gloria Bluske gano el primer premio de un concurso de cuentos auspiciado por el matutino El Diario de La Paz, con su trabajo “El tarro de leche”; en el que relataba los duros momentos que vivió cuando Ernesto estuvo preso y confinado, ya que se le cortaron abruptamente todos sus ingresos; él bebe llorón reclamaba su “tarro de leche Klim” y ella literalmente desesperada, veía como todas sus opciones de ingresos se desvanecían; finalmente optó por trasladarse a Tarija al seno de su núcleo familiar, después de que su jefe le “propusiera” cenar juntos e ir a un lugar íntimo, a cambio de darle un adelanto del sueldo del próximo mes.


Cosas de la vida, los primeros recuerdos del bebe apodado “El Generalito” corresponden al día de la muerte de Barrientos, la que se dio en abril del 69. El niño que tendría unos cuatro años se encontraba en la cocina de la pequeña casita de la calle Ramón Rojas de Tarija; la radio comenzó a hablar de la noticia, le niñera con la que se encontraba el niño empezó a hacer exclamaciones de alegría; ambos subieron corriendo por las gradas al cuarto paterno donde los esposos se encontraban en la cama también oyendo la radio. El ambiente de alegría que reinó ese día en la casa era inigualable, seguramente similar al de la porción del país que había sufrido las cruentas persecuciones del régimen de Barrientos.


Un tiempo más tarde, cuando Hugo Banzer tomó el poder en agosto de 1971, Ernesto nuevamente recibió ofertas para integrar el gabinete del nuevo gobierno, las que se repitieron en varias ocasiones durante el septenio. En este caso existía un vínculo familiar con el nuevo presidente, ya que Hernán, el mayor de los ocho hermanos Ayala Mercado, estaba casado con Mercedes, hermana de Yolanda Prada, esposa del nuevo general presidente. Ni durante esa época, ni en las posteriores en las que Banzer ejerció poder, Ernesto quiso participar en ninguno de sus proyectos. Vale la pena recalcar además que de haber querido hacerlo, hubiera tenido la “cobertura partidaria”, ya que el MNR pazestenssorista, del que formalmente seguía siendo militante, fue parte del gobierno militar de 1971 a 1974, como todos sabemos.


La publicación de los libros “La Revolución Permanente en Bolivia” de Fernando Molina y “El Ultimo Bolchevique” de Ricardo Zelaya, en los que se menciona reiteradamente la obra y la trayectoria de Ernesto Ayala, me da la oportunidad de analizar globalmente su relación con el poder.


Es interesante hacer notar que durante el periodo en el que Ayala militó efectivamente en el MNR, el único puesto que acepto en el ejecutivo fue el de director de la Reforma Agraria, substituyendo a Ñuflo Chavez. La razón es clarísima, en ese momento, el de la ejecución efectiva del reparto de tierras, la importancia política de ese puesto era fundamental en el contexto de la revolución de abril. Posteriormente fue diputado y embajador, pero en ningún momento buscó un cargo en el gabinete ministerial.


Ayala dejo de ser militante efectivo del MNR en 1964, y a partir de ese año, no volvió a participar activamente ni en el grupo de Paz Estenssoro, ni en las otras fracciones de ese partido. Ni durante el gobierno de Banzer, ni durante el periodo democrático, buscó acomodarse en los distintos aparatos que se formaron sobre la base de los restos de dicho partido.


¿Cuál fue la razón para que no hubiese desarrollado su “carrera política” como se hubiera esperado de un dirigente de su peso en el MNR de la revolución nacional? Mi hipótesis es que no lo hizo porque su carácter no se lo permitía. Él había militado en el POR anterior al 52, en el que no había un “jefe” absoluto y el liderazgo se repartía entre personalidades tan fuertes como las de “Warqui” Barrientos, Lora, Gonzales, Moeller y él mismo. El MNR en el que militó, era también un partido de equilibrios en el que cuatro grandes personalidades como las de Paz, Siles, Lechin y Guevara, llevaban adelante un difícil juego político junto a otros líderes de enorme peso como Ñuflo Chavez, Torres, Bedregal, los Sandoval Morón, y el propio Ayala entre varios otros. Ser parte de un gabinete le hubiera significado entrar al juego de llunkerios, genuflexiones y menudencias políticas que directamente no encajaban con su personalidad, de igual manera que el “acomodarse” en uno de los esquemas del movimientismo en la democracia pactada.


Si, en 1978, acepto la oferta de Ruben Julio, otro dirigente histórico del MNR, para ser candidato a senador por la fórmula de Juan Pereda. Evidentemente fue un error político, que ha dado lugar a que erróneamente se diga que “fue funcionario de Banzer y ligado al militarismo” (afirmaciones que mi amigo Ricardo Zelaya ha rectificado). Vale la pena mencionar que Ayala no conoció al mentado general más que en un par de ocasiones formales, emergentes de la candidatura. En todo caso siempre he tenido la duda, de cuál hubiera sido exactamente su actuación, si es que se hubiera concretado dicha representación.


La relación de Ayala Mercado y su esposa con el militarismo, puede completarse señalando que su hogar fue refugio de varios perseguidos izquierdistas durante los gobiernos de Banzer y Garcia Meza (entre ellos algunos trotskistas). En esas etapas el sótano de la casa familiar se convertía en un improvisado dormitorio. En algunas ocasiones también Gloria se ocupó de conseguir trabajo para los refugiados.


Finalmente termino este semblante de Ayala Mercado reproduciendo una anécdota rescatada por el historiador norteamericano Sandor John para su libro “El trotskismo boliviano” y que retrata su carácter de cuerpo entero: "Urriolagoitia (Presidente de la república) presidió el acto inaugural de un Congreso de Maestros realizado en Sucre. En su calidad de delegado por Cochabamba el renombrado orador Ernesto Ayala Mercado intervino, haciendo pasar al mandatario por todos los matices del escarnio hasta llegar a provocar la incontenible risa colectiva…Por eso muy rojo de cólera Urriolagoitia se vio forzado a retirarse apresuradamente seguido de su corte de aristócratas".


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