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David y el entorno con E


“Yo no me he alejado, Había un entorno que querían alejarme, pero no lograron alejarme”, le cuenta David Choquehuanca, candidato a la Vicepresidencia por el Movimiento al Socialismo (MAS) a un periodista de RTP.


¿Hay en algún sitio del mundo más valentía que esta? La autocrítica es faena ardua, arriesgada, inclinada al vértigo, pero sobre todo, sin retorno. Una vez que se dispara, no queda más opción que empujar hasta el fondo. Primero fue Eva Copa, ahora el ex canciller. En este 2020, el temple parece pertenecer a los aymaras.


El contraste no puede ser más brutal. Mientras David, el ex canciller, el filósofo del vivir bien, el hombre verdaderamente bilingüe, se funde con la gente de las laderas paceñas en una masiva caminata de sábado; el entorno, al que ahora critica sin temor, languidece en un departamento bonaerense o se aburre en una residencia diplomática de la zona sur de La Paz. Por aquellos alfombrados lugares lo que más escasea es el olor de multitudes. La gente no solo parece coincidir con las palabras de Choquehuanca, sino que actúa en consecuencia. El entorno está anulado, porque prefirió escapar y rehuir sus responsabilidades.


Y David continúa en su entrevista lapidaria: “Yo soy constructor del instrumento político, parte de mi vida está en el instrumento político. Entonces yo tengo que cuidar el instrumento político, cuidar que no se divida. Nosotros vamos a gobernar escuchando al pueblo”.


Para el que se niegue a escuchar, bien vale una referencia precisa: se refiere al momento crucial, en enero de este año, cuando fue relegado, desde Buenos Aires, al asiento de copiloto. Armado de paciencia, Choquehuanca se dio a la tarea de convencer, solo, a las organizaciones del Pacto de Unidad para que acepten, por ahora, quedar relegados debajo de Luis Arce. Sí, para que no se divida pues hermanos. Ese gesto humilde que la oposición al MAS no es capaz de replicar, ni en 10 ni en 14 ni en 16 años. La lógica elemental indica que es mejor mantenerse juntos y enfrentarse airados dentro de la casa común, sin la cual sobreviene la derrota. “No ha sido perfecta la elección, hemos superado varias dificultades y finalmente ya nos hemos puesto de acuerdo para que Luis y yo podamos ir en representación del MAS”, agrega. Impecable. Muchos, como el propio Felipe Quispe, votarán David-Lucho, en ese orden y no al revés. Luego nadie podrá reprocharles que no supieron ceder.


Y ahora lo más afilado. Choquehuanca dice: “El pueblo nos pide en todas las reuniones que el entorno no puede volver, ya no tiene que volver, tenemos que superar eso, tenemos que reconocer nuestros errores. Si en el pasado hemos cometido errores, en esta segunda etapa de nuestro proceso de cambio, tenemos que corregir. Ya lo hemos dicho, ha sido un error insistir después del referéndum, en postular al hermano Evo y al hermano Álvaro”. ¿Qué más se puede pedir? David Choquehuanca admite la validez democrática de la larga lucha por defender el veredicto del 21F. Ha dejado atrás entonces su cárcel de ambigüedades, su jaula diplomática, su temor por los de la acera de enfrente. Habrá quien diga que al fin es libre y tiene la voz desembargada, así es.


En su momento, cuando un pueblo era maniatado con crueldad en Chaparina, David se negó a jugar la burda partida de Sacha Llorenti, quien para escudar su ineptitud como ministro, urdió en 2011 la fábula del secuestro del canciller, buscando auto-victimarse para legitimar las pateaduras de sus subordinados. Ahora en cambio, qué viraje, el secuestrado es el entorno, pero no por el enemigo, sino por sus propias traiciones y decisiones funestas.


Al tesón de David ya se había adelantado Segundina Flores, máxima ejecutiva de las Bartolinas, con su rotunda declaración post bloqueos de agosto sobre la traición de la que ella llamó “la clase media”, que mal condujo el proceso de cambio. Hace días, el general Freddy Bersatti rompió el silencio y en más de 200 páginas acusó a Juan Ramón Quintana, Héctor Arce y Raúl García Linera de tocar junto al ex vicepresidente bachiller en un cuarteto opaco y sediento de poder. Que les vaya menguando la arrogancia, a esos cuatro y a sus ramificaciones.


¿Para qué ser mezquino en esta hora democrática? El MAS es indispensable a fin de asegurar una transición que nos reconcilie y conjure el odio sembrado por centurias. Sí, pero no todo el MAS, “el entorno no puede volver, ya no tiene que volver”. ¿Podemos creer en ello?


Duda final, ¿no será que entorno empieza con la E de Evo?

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