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Evo, según la Noe: temor a un sicario y parrilladas de tambaquí


Raúl Peñaranda / Rafael Archondo (2020)



Los escándalos alrededor de la vida sexual de Evo Morales han sido denunciados desde 2012, y por fin, 12 años después, han generado interés y reprobación generalizada, incluso internacional.


Lo que el Jefazo hace debajo de las sábanas no debería interesar a nadie si no fuera porque las involucradas son menores de edad y que todo el aparato estatal y judicial se puso a trabajar para protegerlo (e incluso animarlo).

Por lo menos seis de esos casos han sido denunciados públicamente, incluidos el más reciente, sucedido según la Fiscalía de Tarija en Yacuiba, donde una chica de 15 años quedó supuestamente embarazada del expresidente. Este jueves 10, Morales debe asistir a declarar a Tarija por el caso.


Estas últimas acusaciones confirman el modus operandi de esta suerte de trata y tráfico plurinacional. El traslado de menores de edad hasta el regazo del líder indígena implica y complica al aparato partidario, a las llamadas organizaciones sociales del Pacto de Unidad, a las mujeres supuestamente feministas que participaron del círculo del poder y, por supuesto, al erario público desde donde se extraen las compensaciones para las víctimas y sus familias. Todo Yacuiba lo sabe.


Uno de los casos en los que ha habido más información, debido a que la Policía reveló el contenido de un teléfono celular, es el de Noemí Meneses que viajó a México y Buenos Aires junto con Morales en 2019 y 2020. Ella tenía entonces 19 años y él 60. Las autoridades del Gobierno transitorio consideraban que la relación entre ambos empezó cuando ella tenía 16 o 17 años.


Publicado en 2020


Los mensajes de Whatsapp enviados y recibidos por la joven Noemí Meneses Chávez (19) entre el 22 de diciembre de 2019 y el 7 de julio de 2020, interceptados por la Policía boliviana en la ciudad de Sacaba (Cochabamba), coinciden con el contexto en que fueron escritos. Ello les da credibilidad, según se puede deducir de un análisis detallado de las 101 páginas que conforman el reporte de los agentes de seguridad, al que tuvimos acceso. Todas las coordenadas coinciden.


La primera semana de enero de este año, Evo Morales tuvo una reunión en la sede de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), en la que fue informado de que un sicario de Alemania tenía intención de asesinarlo. Eso, aparentemente, lo intranquilizó. Hubo reuniones con el personal de seguridad para atender el tema. Ese mismo día, el 7 de enero, se fue a celebrar el cumpleaños de su abogado, el argentino Eugenio Zaffaroni, y volvió pasada la medianoche. Seguro que comentó en la cena el supuesto atentando del que podía ser víctima. El temor a ser asesinado ya lo había expresado cuando decidió salir del país ante la sola versión de que habría un supuesto complot para acabar con su vida.


En otro momento, el 22 de febrero, dijo que temía a los agentes de seguridad que le habían asignado, porque supuestamente dejarían ingresar a su casa a personas que lo podrían poner en riesgo.


Esos y otros numerosos acontecimientos se deducen de los mensajes de WhatsApp que la Policía extrajo del teléfono de la pareja de Morales, Noemí Meneses, en julio de este año, tras un confuso allanamiento de la casa de sus padres, en Sacaba del departamento de Cochabamba. Esa información permite reconstruir parte de las rutinas de Morales en Argentina, de cómo es su relación con Noemí y el personal de servicio y de algunos eventos políticos y de la vida cotidiana. Una cosa queda clara: el expresidente llama diariamente a Bolivia para comunicarse con dirigentes de su partido y de los movimientos sociales.


Por ejemplo, tras imponer a Luis Arce como candidato del MAS, los representantes del Pacto de Unidad se sublevaron contra Morales y rechazaron participar de una conferencia de prensa, hasta que el expresidente los convenció tiempo después. También analizó encuestas antes de participar con Arce en un evento en el hotel Bauen de Buenos Aires. Casi todas sus reuniones se realizan en la sede de la CTERA, que usa prácticamente como su oficina.


Otros momentos, más cotidianos, también reflejan la personalidad de Morales. Por ejemplo, en la residencia de Buenos Aires, el 1 marzo se produjo una minicrisis, porque el servicio de TV cable contratado no transmitiría el partido entre Real Madrid y Barcelona, que el jefe quería ver a toda costa.


El celular del que surgen estos datos corresponde a un número telefónico de Argentina y le fue otorgado a Noemí el 22 de enero. Desde ese aparato hizo llamadas y envió mensajes a Morales (aparece como “AME A”), Lourdes, la multifacética secretaria del expresidente, “Mama Gertru”, quien es parte del equipo de servicio, “Hermana R.” (Rosario) y un número no identificado.


Por el tenor de las comunicaciones se percibe que Noemí tenía otro teléfono, seguramente con un número boliviano, con el que probablemente hacía otras llamadas. En todas las ocasiones, Morales nunca responde los mensajes de WhatsApp de Noemí, pero devuelve la llamada, a veces insistentemente.


En una ocasión Noemí le comenta a su hermana que cuando estuvo en México con Morales, vivió en el cuartel que le habían asignado.


Meneses realizó tres viajes aéreos al exterior entre noviembre del año pasado y marzo de este año. En ese periodo, permaneció 84 días fuera de Bolivia. Desde su segundo retorno a Bolivia desde Buenos Aires, en marzo, sus comunicaciones no registran más viajes.


El gobierno de Jeanine Añez sospechaba que Noemí y su familia salieron del país subrepticiamente semanas después del operativo en el que ella y otros familiares fueron detenidos, la noche del 6 de julio. Según versiones policiales, huyó de su detención domiciliaria y actualmente se encuentra otra vez en Argentina. Desde allí ha enviado una carta a la Defensora del Pueblo denunciando acoso y maltrato por parte de la Policía.


Vida cotidiana


De acuerdo a sus mensajes, además de cumplir disimuladamente su rol de pareja del hombre que gobernó Bolivia durante 14 años, Meneses fungía como una especie de ama de llaves. Se ocupaba de supervisar la selección, lavado y planchado de la ropa del “jefe” o “h”, como lo llama, controlar la dieta y los suministros alimentarios y relacionar la alcoba presidencial con el nutrido grupo de los empleados que rodean a Evo (Noah, el fotógrafo; Sandra y Silvia, las cocineras; Beto, el chofer; Rafa, el cajero; además de Santiago, Néstor, Ramiro, Ceci, Sixto, mamá Gertrudis y sobre todo Lourdes, la secretaria privada argentina).


La joven llegó incluso a regular algunos contactos del líder del MAS con sus seguidores en Bolivia, entre otros, con los del Chapare (Julio Salazar, Juan Guzmán, Isabel Domínguez, Oscar Barriga, exdirectivo máximo de YPFB, Max Mendoza, Asterio Romero o Juanita Ancieta). Del mismo modo se relacionó marginalmente con ciertas personalidades que acompañan la vida diaria de Morales en la capital porteña como la embajadora de Venezuela en Buenos Aires, Stella Lugo, descrita por Noemí como “buenita”.


Con respecto a figuras del peronismo argentino como Zaffaroni, los profesores Hugo Yasky, Roberto Baradel o David Edwards, el dirigente camionero Hugo Moyano, el personal de Telesur o de Bethnel Films y corresponsales de Al Jazeera en América Latina, Meneses tuvo un papel marginal. Ella aguardaba siempre en las interminables antesalas, esperando volver a casa. El 4 de enero, por ejemplo, estuvo más de tres horas y media en la sede de CTERA aguardando que Morales terminara su reunión.


Cuando se organizaban las caravanas, iba en otro vehículo. Evo la llevaba a sus actos y otros eventos públicos, pero no la presentaba como a su pareja.


El 13 de enero, Evo le promete un “ascenso”. “(Ya) no haré nada, voy a poner empleada, me ha dicho el h”, le cuenta Noemí a su hermana Rosario. El 9 de junio, la muchacha le ordena a Lourdes desde Cochabamba, que le quite a Evo sus celulares, “es muy adicto”, opina.


A medida que pasan los días, se afianza la intimidad y el cariño entre Lourdes, una especie de jefa de gabinete en el exilio, y Noemí. Ella trata a la improvisada “primera dama” con apelativos cariñosos como “mamita” o “mi nena” y “mi beba”. Cuando les toca despedirse por teclado, las dos mujeres se dicen “te voy a extrañar”. La empatía entre ellas es plena, y resulta lógico, juntas organizan la vida del “Presi”. Pese a su relación especial con Morales, Noemí trata con mucho respeto y cariño a Lourdes y a Mamá Gertrudis. Jamás, por ejemplo, les da una orden, siempre son pedidos.


Lourdes encuentra en Noemí una aliada perfecta para cumplir los deseos del ex jefe de Estado. Gracias a ella sabe todo lo que pasa en el segundo piso de la casa y puede anticiparse cuando ambos bajan a la planta baja. “Estoy frita, ya no hay las galletitas que le gustan al jefe”, lamenta Lu. “¿Las cuadradas?”, precisa Noe. Después, juntas resuelven el acceso de Morales a la mantequilla Sancor, juntas organizan el almuerzo en el restaurant Champs Elyseés en Belgrano, juntas, la comitiva de cinco personas que volará hasta Ushuaia, incluida Noemí, juntas van al supermercado. El 24 de febrero, Noemí pide un peluquero (“el de Liniers”) para su conviviente.


Cuando Morales hace sus abdominales, Noemí y Lourdes coordinan quién va a contar el número que debe cumplir el jefe en cada sesión. Por otra parte, nunca puede faltar harina de coca endulzada con miel. La provisión de pescado del Chapare tampoco es un asunto a ser descuidado. El entorno de Evo come pique, parrilladas de tambaquí, silpancho y otros platos, todo bajo la inigualable sazón de Mamá Gertrudis, Sandra o Sunina.


Cuando Lourdes sale sola, le hace compras a la joven, envía fotos de productos y pide que ella escoja los que desea, el dinero nunca es obstáculo. Tres nombres de tiendas aparecen en los chats: Zara, Love Chuka y Apple, además de los supermercados Carrefour. Cuando Noemí va al dentista (29 de enero), Lourdes le explica qué es una microcirugía, la insta a tomar su medicamento e instruye que le den un mate de manzanilla. La confianza llega al grado de hacer comentarios sobre el personal de seguridad, sobre cuál es el más guapo o cuál de ellos tiene novia.


Debido a la partida de Noemí a Bolivia en marzo, “el jefe no ha hecho sus ejercicios”, cuenta Lourdes. “Está triste”, comenta. “Yo también”, agrega la joven.


Seguimiento aéreo


Noemí Meneses llegó a México el 22 de noviembre, solo diez días después de Morales, se alojó con él en las instalaciones militares asignadas a la delegación boliviana por el gobierno de López Obrador. Allí, la pareja posó para el periodista Jon Lee Anderson, quien les tomó una foto cuyo fondo es un muro blanco que los separaba de un jardín. El escritor lo hizo a pedido de la joven, como él mismo cuenta en su artículo publicado en abril en la revista The New Yorker. En inicio, Evo se quejó porque el fotógrafo de Anderson estaba capturando imágenes de ella, ubicada a discreta distancia de la entrevista en curso.


Meneses regresó a Bolivia el 2 de diciembre, solo cinco días antes de que Morales partiera rumbo a Cuba y a Argentina. Con sincronización en los itinerarios, Evo arriba a Buenos Aires el 12 y Meneses, el 16. Después de convivir en la casa del barrio de Colegiales, a mediados de enero se mudaron a un departamento en Liniers.


Gracias a los mensajes telefónicos, podemos saber que el breve retorno de la joven a Cochabamba entre el 7 y 12 de febrero fue a pedido suyo, “porque extrañaba demasiado” a su familia. Morales le propuso un lapso de dos semanas de ausencia, ella solo le aceptó una. Es así que Meneses regresa a la capital argentina el 12 de febrero y se queda hasta el 5 de marzo. El 28 de febrero estuvieron juntos en Ushuaia, en el sur austral más conocido como “el fin del mundo”.


Noemí no le da tregua a su cámara, documenta gráficamente todos sus platillos, sus pasos alrededor de una piscina, todas las escenas con el “h”. Rosario la cuestiona: “No mandes fotos con él”. “¿Por qué?”, consulta ella: “es peligroso”. En algunas ocasiones comparte videos de respaldo al “proceso de cambio” o de críticas al gobierno de la presidenta Jeanine Añez.


La política


Aunque la política no es de su especial interés, Noemí ofrece algunas pinceladas de lo que sucede en Argentina. El 19 de enero, cuando Morales elige al binomio presidencial (Luis Arce y David Choquehuanca) Noemí revela que el Pacto de Unidad prefiere al excanciller y por ello sus dirigentes no quisieron momentáneamente participar de la conferencia de prensa organizada para ello. Sobre Choquehuanca la opinión de Morales es clara: “El h no lo quiere, ha hablado mal del MAS”, informa Noe.


Diez días antes, las Meneses sostienen el siguiente mini diálogo:


–Noemí: Eva Copa va a venir aquí

–Rosario: No…

–Noemí: Esa mujer es una egoísta

–Rosario: Y vendida

–Noemí: Sí, va a venir, el h acaba de hablar con ella


Ese viaje, sin embargo, nunca se produjo.


A su hermana Rosario también le comentó sobre el supuesto intento de asesinarlo (la ortografía ha sido corregida):


–Noemí: Rosa

–De Alemania

–Están viniendo

–A atentar al H

–Acaban de decirle los de comunicación

–Rosario: Y ahora que va a hacer?

–Noemí: Un sicario dice está viniendo

–Rosario: A Argentina?

–Noemí: Sí

–Rosario: Y qué piensan hacer los custodios?

–Que se vaya a un cuartel

–Que se entre bajo tierra

–Noemí: Te pasas

–Llamaron a las seguridades


La detención


El lunes 6 de julio de este año, la Estación Policial Integral (EPI) de Quintanilla, Sacaba (Cochabamba) recibió insistentes llamadas desde el interior del vecindario. Según la versión oficial, que Noemí rechaza, un grupo de personas estaba violando la cuarentena en bulliciosa reunión familiar nocturna. Las quejas eran por la bebida y las consiguientes risas.


Los uniformados acudieron al lugar. Nueve ciudadanos fueron conducidos en la madrugada del martes al módulo policial con fines de investigación, miembros, casi todos ellos, de la familia Meneses, oriunda del Trópico cochabambino: Pastor, el padre, cerrajero, 52 años, Florencia, la madre, costurera, 51 años, Gladys, Rosario y Noemí, sus tres hijas, estudiantes, y otras personas allegadas al festejo.


Un nombre llamó la atención de los investigadores, Gladys Meneses Chávez, probable activista del MAS. La identidad resonaba en las listas de posibles instigadores a la quema de oficinas de la Policía tras la renuncia de Evo Morales. Como parte de la crisis que vivió el país tras la anulación de las elecciones de octubre, el 15 de noviembre del año pasado se había producido cerca de ahí un choque entre las FFAA y los manifestantes, con un saldo de nueve muertos y 30 heridos entre los civiles. La tensión seguía latente entre los seguidores del MAS y los uniformados.


Un teléfono celular blanco Samsung con número IMEI 358633107166981 llegó al escritorio del subteniente Juan José Conde Bernal. La división de cibercrimen se activó para desentrañar secretos. El aparato, en poder de Gladys, arroja un verdadero tesoro: imágenes y conversaciones de una adolescente con el expresidente, 41 años mayor que ella. Aquella noche de los arrestos en Sacaba, Morales la llamó 25 veces sin conseguir saber qué estaba pasándole. La insistencia tenía un origen, Noemí le informó en dos palabras que había sido detenida. Faltaban seis minutos para las cinco de la madrugada del 7 de julio. Según la carta de Noemí a la Defensora, estuvo detenida junto a sus familiares durante dos días, y allí la forzaron a dar un testimonio en el que admite ser novia de Morales.


Según la versión oficial, cinco días después, Noemí, Rosario y un chófer vuelven a caer en manos de la Policía a bordo de una vagoneta negra de la Gobernación de Cochabamba. Para entonces Gladys ya había sido remitida a la cárcel de Obrajes en La Paz, acusada de haber tenido contactos con Faustino Yucra, con quien Morales se comunicó desde México en noviembre de 2019 para organizar bloqueos de alimentos a las ciudades bolivianas. Esta acusación podría haber sido impuesta para que la Policía tuviera un pretexto de intervenir el teléfono, cosa que la ley prohíbe sin orden de fiscal. Por otra parte, la acusación de haber usado un automóvil de la Gobernación no era razón suficiente para ello.


La breve declaración a la Policía en la que la joven reconoció que tiene una relación sentimental con Morales desde mayo de 2020, contradice el contenido de algunos de los mensajes de celular, por su tono romántico, que indican que esa relación se remonta a por lo menos diciembre de 2019. Las autoridades creen que ambos son pareja desde hace varios años, considerando las decenas de fotografías que circulan en las redes sociales.

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