top of page

Los Caminos de Walker San Miguel


Este 6 de agosto de 2020, el abogado boliviano Walker San Miguel cumple 57 años de vida. Es uno de los pocos políticos y juristas en el país capaz de jactarse de haber sobrevivido, al menos, a dos cataclismos políticos. Su experiencia en leyes le ha dado el salvavidas requerido para pasar de un periodo a otro, sin lesiones a pesar del vuelco de signo ideológico. Si por alguna razón rompiera su promesa de confidencialidad con sus ex clientes, sus libros se venderían por montones.


San Miguel estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y es un de los abogado competente en temas constitucionales y arbitrales. Comenzó a tocar teclas sensitivas cuando se enroló en el bufete Moreno Valdivieso a inicios de los 90, tres años después de su titulación. Desde allí operó 13 años continuos. Luego abrió su propio despacho.


Como se sabe, ser un hombre de leyes efectivo obliga a alcanzar resultados, a entregar hechos sacramentados bajo sentencia. Ello se consigue tras sumar horas de estudio y pensamiento estratégico. Walker tuvo ambos y además, buena suerte. Supo estar en el momento preciso, llenando el vacío y solventando las crisis. Aunque sabe mucho de litigios internacionales, es también diestro en la defensa legal de las empresas, lo que se conoce como Derecho corporativo. Hace poco negoció la venta de SOBOCE, la joya de la corona de Samuel Doria Medina, al grupo empresarial peruano que antes adquirió PIL-Andina.


En dos orillas


Cuando juró como Ministro de Defensa en el primer gabinete de Evo Morales (2006), “La Estrella del Oriente” desplegó su foto al lado de la del empresario Ernesto Asbún. El titular lo señalaba como autor de la capitalización del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) y hacía notar que su cargo actual era ajeno al proyecto nacionalizador del Movimiento al Socialismo (MAS). Le estaban diciendo “infiltrado” o cuando menos, “pasa pasa”.


¿Cómo llegó San Miguel al circuito íntimo del primer presidente boliviano en abanderar el anti neoliberalismo anti imperialista? Evo vio la portada del diario cruceño y se la mostró. Walker no tuvo que aclarar mucho. En una de las primeras conferencias de prensa del nuevo jefe de Estado, éste salió en su defensa. Dijo que ahora era su ministro y que eso era lo esencial a esas alturas. ¿Fue San Miguel un neo liberal convertido al Socialismo del siglo XXI?


En efecto, Walker tuvo cierto protagonismo en la fase histórica previa. Formó parte de lo que podría llamarse el sentido común jurídico de la capitalización. Alguna vez escribió una columna explicando el modelo impulsado por Sánchez de Lozada en las empresas estatales. Sus palabras, siempre medidas, no habilitaron su condena entre los instigadores de las doctrinas de izquierda. Por eso, Evo lo mantuvo a su lado hasta 2010. San Miguel sobrevivió a los reproches, en parte, porque su nombre había sido sugerido por el entonces alcalde Juan del Granado, a quien respaldó como abogado en una serie de litigios relacionados con la comuna paceña (la disputa por la Terminal de Buses, por ejemplo). Para entonces San Miguel formaba parte de la cuota del Movimiento Sin Miedo (MSM), sin ser militante de ese partido.


En 2011, en su calidad de cónsul de Bolivia en Santiago, San Miguel sería comisionado por la cancillería boliviana para entablar una negociación secreta en Mendoza, Buenos Aires, Arica, Calama y Santa Cruz con el ex ministro chileno Jorge Bunster. Las reuniones, realizadas herméticamente entre agosto y diciembre, ingresaron a los anales de la historia bilateral bajo el rótulo de “Las Machas”, nombre de la playa situada al norte de Chinchorro y con vista al ansiado océano Pacífico. Ese era el espacio físico, con cuya concesión a préstamo, Chile aspiraba a evitar que Bolivia presentara su demanda ante el Tribunal de La Haya. La negociación no prosperó y fuimos a la Corte. San Miguel regresó a la actividad privada.


¿Fue el último neo liberal? En 2002, se sentó en el directorio del capitalizado LAB a pedido de Raúl Garafulic Gutiérrez, uno de los accionistas principales de la empresa. Junto con él estaban el hijo Dieter Garafulic, Orlando Cabezas y David Lanza, hijo de Edgar Lanza, abogado de Asbún. Cuando Garafulic y Asbún empezaron a disputarse la propiedad de la aerolínea bandera, San Miguel abandonó la nave.


Otra razón por la que fue invitado a formar parte del núcleo de las decisiones del LAB, fue porque bajo el sello de Moreno Valdivieso, actuó como abogado de la Taquiña, la cervecera emblemática de Cochabamba, propiedad de Asbún. El rasgo lo acompaña desde entonces, Walker cae bien y sabe ganarse la confianza de moros y cristianos. Para el caso del LAB, los dos empresarios propietarios le dieron su visto bueno. Luego vendría la ruptura y la quiebra.


La era Gil


Años más tarde, San Miguel viviría una situación parecida cuando Ferroviaria Andina fue comprada por el empresario venezolano Carlos Gil Ramírez. Los vendedores de las rieles y locomotoras eran los chilenos Luksic, que ya conocían bien al abogado. Gil le pidió que lo ayudara a dar continuidad al desempeño de la compañía, por lo que San Miguel se convirtió en su primer síndico entre septiembre y noviembre de 2015.


Cuando los chilenos eran dueños de la empresa, San Miguel se reunía en La Paz o Santiago con Miguel Sepúlveda, el gerente de Ferroviaria Andina. Podría decirse entonces que así como en el LAB generó consenso entre Asbún y Garafulic, en la Ferroviaria hizo de enlace entre la anterior administración y la nueva.


¿Por qué se quedó tan poco tiempo como síndico de la Ferroviaria? Fue invitado por la cancillería boliviana para jurar como secretario de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), cargo que ocupó hasta 2018. Su vida se dividía entre la actividad procesal y jurídica y la administración pública.


¿Es San Miguel un hombre de Gil Ramírez? Lo que puede decirse hasta ahora con la información disponible es que trabajó para él en diversas etapas o que lo hizo de manera colateral sin siquiera tratarlo directamente. Como ya señalamos, fue síndico de Ferroviaria Andina por tres meses, realizó el trámite de venta a Marcelo Hurtado de las acciones de ATB adquiridas en Barcelona, fue contratado por la empresa Doppelmayr, no por Gil sino por Martin Schäfer y también fue abogado de “La Razón”, donde además escribía columnas y gozaba de un trata preferencial por los periodistas. Su socio, Alejandro Antezana Salvatierra, representa hoy los intereses de Gil en la junta de accionistas de “La Razón”. Los vínculos están y son todos de tipo profesional.


El hecho de haber sido ministro de Estado, cónsul de Bolivia en Chile y Secretario de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) por designación del gobierno del MAS, ¿lo ayudó a conseguir a un cliente como Gil?, ¿Gil lo buscó para ganar simpatías con Evo Morales?


Quitarle los signos de interrogación a ambas preguntas para convertirlas en afirmaciones sería entrar al resbaloso campo de lo subjetivo. En cualquier caso, Walker San Miguel tuvo una conducta transparente, no se escondió ni ejerció el disimulo. Supimos a tiempo de su relación con Asbún, Garafulic, Luksic o Gil. Y lo más destacable: no fue tripulante clandestino de un directorio como sucedió con José Luis Exeni o Armando Ortuño. Ese sencillo gesto hace de Walker San Miguel un caminante, como lo delata su nombre, y no, un traficante, como lo acredita la información recopilada hasta acá.

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page