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Dos secretos


Nos prometieron la revelación de secretos y éstos jamás llegaron. La red ATB anunció una “entrevista exclusiva” con Gabriela Zapata, la ex pareja del Presidente, pero no vimos nada de eso.


Dicen que más de dos millones de personas se conectaron para presenciar la primicia. Son las mismas que dejaron de creer en el consorcio. No solo está en entredicho la veracidad del anuncio realizado, sino también la entereza ética de quienes dieron gato por liebre.


Solo cuando una instantánea ola de protestas se irguió en el horizonte, el director de contenidos de la televisora se dispuso a aclarar las cosas. Tras admitir el embuste, pasó a la ofensiva. Dijo que aquel material “les llegó”, es decir, que no fue captado por sus reporteros. Luego precisó que se trataba de una compra y finalmente invocó el secreto de fuente, pero no para ella, (Zapata, claro está), sino para el periodista que grabó el testimonio. Debe ser el único caso en el que un informador ni se responsabiliza ni celebra el gol que muchos ansiaban anotar. En síntesis, ATB solo firmó un cheque y recortó la grabación original a menos de la mitad. El resultado es un amasijo de frases entrecortadas, un ovillo de incoherencias, casi todas ocasionadas por el editor, que mostró con ello su habitual desaliño y hasta su menosprecio por el público.


Y así, lo que aparentaba ser una vertiente excepcional, que diera por cerrado el caso, solo lo ha reabierto más y le ha propinado al gobierno, una gran derrota simbólica pocas horas antes de recordar el primer aniversario de su más sonado tropezón en las urnas. La “no-entrevista” a Zapata es un producto que avergüenza en igual medida a quien pagó por él, a quien logró un permiso que nadie tuvo para grabar durante una hora en la cárcel y a quienes, como ocurrió con muchos fanáticos de Evo, decidieron alimentar la expectativa sobre su contenido. Fue el suicidio comunicacional del año.


A pesar de todo, hay dos datos proporcionados por la fuente que no han sido considerados por una oposición que actúa por espasmos, sin meditar nada bajo el mediocre placer de frotarse las manos por una victoria que cree asegurada en 2019. Zapata reveló que compró la mansión de Calacoto, de propiedad de la familia Fortún y que alguien le robó el dinero que estaba en su caja fuerte. Ella había asegurado que vivía en un anticrético y salvo algunas fotos en las que se la observa acariciando fajos de billetes, no se tenía certeza de su patrimonio y menos de su origen tan precoz.


Lo sorprendente es que esas confesiones hayan sido planteadas al margen del sumario judicial y que la versión sin editar siga siendo patrimonio de un canal de televisión que quiso quitarle “lo repetitivo” a la declaración. El video completo tendría que estar disponible, ya no para la defraudada audiencia, sino al menos para quienes hacen pesquisas con seriedad. Parece que hemos olvidado que el asunto de fondo no es la invención de un niño, anzuelo que el gobierno mordió con precipitado entusiasmo, sino la sorprendente fortuna de la ex pareja presidencial. Hace 15 días, sostuve que no hay pruebas del tráfico de influencias del gobierno a favor de la empresa china CAMC. Ahora, la publi-entrevista de ATB contribuye a un juicio por enriquecimiento ilícito, lo que al final, nos regresa a la senda original de la indagación. Rastrear el dinero, he ahí la consigna.

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