Medir con la misma bala
Escrito tras el desafuero de Evo Morales del Congreso
¿En qué se parecen Evo Morales y Chito Valle? Si dejamos de lado su condición de seres humanos del género masculino y ex parlamentario, en absolutamente nada. El cocalero se ha jugado por la supervivencia económica de sus electores, el yerno motociclista de Banzer ha invertido su mermado talento en el engorde de cuentas bancarias. Uno ha cumplido a carta cabal con sus labores de parlamentario representando fielmente al Chapare; el otro, tras la elección, se encaramó raudo a la prefectura para negociar con muebles de lujo y despilfarrar el dinero de la gente. Morales ha sido acusado de mandar a linchar militares y, como enclenques pruebas, el gobierno sólo exhibe recortes de prensa. A Chito ya nadie se atreve a defenderlo, ni siquiera su propio partido o agradecido suegro.
Sin embargo, a pesar de estas abismales diferencias entre ambos, hay columnistas represores y diputados extraviados que hablan de “medir a ambos con la misma vara”. Han pisoteado tanto el sentido común que tratan de hacernos creer que la expulsión de Morales, Landívar o Chito forma parte del mismo operativo de limpieza. Y ahí los vemos, tan pulcros y trascendentes, barriendo con pasmoso retraso la escoria con la que convivieron sin rubor la legislatura completa. Despertaron de súbito los éticos, los decentes de la hora nona, almidonados y grotescos, los señores congresistas del asiento tibio, la siesta permanente y la sonrisa socarrona.
Pues no. La misma vara será para idénticos pillos, y no para luchadores sociales como Evo, a quienes ahora se busca criminalizar por haber dirigido a los marginados centenarios del poder político, por dialogar en su nombre y encausar la ira popular hacia el ejercicio del voto. ¿Qué quieren conseguir con el despojo de la representación legal del movimiento campesino?, ¿a dónde nos llevan cuando le amputan al parlamento el aporte de uno de los pocos diputados uninominales que no abre la boca sin consultar a sus bases?, ¿a qué juegan cuando celebran que la democracia boliviana se vaya haciendo más excluyente?
Si miramos con rigor, lo que en realidad pretendieron con el desafuero fue poder medir ahora a Evo y a sus compañeros sindicales con la misma bala. Les daba bronca no poder arrestarlo, los irritaba que estuviera prohibido golpearlo o hacerlo desaparecer por unos días en un cuartel de Chimoré. Ahora, gracias a la mega comparsa partidaria más grande de todos los tiempos, al fin lo tienen en igualdad de condiciones, en la mirrilla de su prepotencia uniformada, porque, si algo está claro desde que se les despertó la ética, es que ya nada distingue a Morales de los potenciales muertos que tratan de bloquear carreteras en defensa de su existencia política.
Súbditos, no ciudadanos, eso sencillamente les encanta. No toleran tener que negociar con gente de dignidad equivalente, de méritos conquistados, de potencia afirmativa. Nuestros gobernantes se manejan mejor en los repartos de tractores, en las charlas hoteleras con ducha gratis para el Mallku, en las negociaciones donde sólo se canjean prebendas por tranquilidad social. Evo Morales era un invasor dentro del territorio restringido de los privilegios, las dietas y los vales de gasolina. Sin embargo, la hora de los electores se acerca. Si lo dejan, el cocalero volverá al hemiciclo, a seguir usando la inmunidad parlamentaria para batallar, que es para lo único que debería servir.
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