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¿La Cumbre del sur en Santa Cruz?


Al despuntar el 2014, Bolivia despertó presidiendo a 133 estados; poder efímero, expira este 31 de diciembre. Es el G-77. El prefijo “G” lo dice todo, así nadie lo quiera notar. Es un grupo, no un organismo multilateral como el Movimiento de Países No Alineados (Noal) o la Organización de Estados Americanos (OEA). Grupo es pues una congregación relativamente estable, alineada alrededor de objetivos con fecha de caducidad.

La breve duración de la presidencia del G77 también explica mucho. Los países rotan en el cargo y lo hacen girando sobre sus tres regiones en el globo; este 2014 le tocaba a América, antes estaba Asia, y aún antes, el África. Cada masa continental nomina a su representante de turno para que tome la batuta. Si Bolivia salió favorecida fue por decisión de nuestros hermanos cercanos, mientras africanos y asiáticos solo tuvieron que asentir. De modo que relativicemos; estamos ahí no por ostentar un liderazgo planetario, sino por nuestra aceptación en el vecindario más estrecho.

Aún hay más. Un grupo, a diferencia de un organismo, carece de funcionarios jerárquicos y de grandes estructuras operantes. La OEA tiene a Insulza, la Organización de Naciones Unidas (ONU), a Ban Ki-moon, pero el G77 no tiene ni necesita a nadie. Posee oficinas en Ginebra, Nairobi, Viena, Roma, Washington, y por supuesto, Nueva York. Oh, casualidad… son las urbes en que la ONU gasta sus presupuestos. Claro, es que el G77 es, en los hechos, un cónclave de embajadores. Trabaja allí donde se debaten y aprueban documentos multilaterales de la ONU. Es una plataforma de discusión desde la que los países con menor desarrollo relativo buscan reunir criterios y entretejer posiciones. Un término más exacto para el G77 sería “grupo de negociación”… “nos unimos para redactar y votar”.

Si repasamos la lista de reuniones celebradas hasta ahora por el G77, encontraremos las anuales de los ministros de relaciones exteriores; otras más frecuentes de embajadores ante Naciones Unidas, y varias sectoriales en las que se congregan ministros de distintas áreas. ¿Hay alguna en la que los jefes de Estado se estrechen las manos? Sí las hay y se trata, nada menos, que de las máximas instancias de decisión. Su nombre específico es “Cumbres del Sur”. La primera tuvo lugar en La Habana en 2000, y la segunda, en Doha, en 2005. Ni una más.

Pues resulta que Santa Cruz recibió a los presidentes del G77. ¿Fue acaso la tercera Cumbre del Sur? Quizás el apreciado lector ya sabe la respuesta. Es negativa. En esta estructura tri-continental, no cabe repetición alguna. La primera Cumbre la organizó América (Cuba), la segunda Asia (Qatar), de modo que la tercera le corresponde a una nación africana. Es el principio de rotación consagrado desde la fundación del Grupo, en 1964.

Entonces, ¿qué organizamos en Santa Cruz? Fue lo que técnicamente se denomina una “reunión especial”. En clave cotidiana, es un cumpleaños. El Grupo cumplió 50. A los anteriores onomásticos (Caracas, Nueva York y Sao Paulo) acudieron solo ministros. Bolivia pidió que esta vez lleguen los jefes de Estado de cada país. En eso nos hemos portado exquisitos. Pues resultó que no muchos invitados lograron entender nuestras inconfesadas motivaciones.

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