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¿El sur todavía existe?


Un 15 de junio, como el que se avecina, pero hace medio siglo, en Ginebra-Suiza, se presentó la gran oportunidad. Transcurría la primera sesión de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo. Desde el sur, aunque dentro de las instituciones del norte, se forjaba trabajosamente un plan.

El mundo vivía los agitados años 60, aquellos marcados por la rebeldía. Corrían los tanques en todos los continentes, y salían los pueblos con el puño en alto para hacerles frente. Pero no nos engañemos. No fue la década en la que el socialismo se alzó como la esperanza planetaria. Fue aquella en la que todos los dogmas se vinieron abajo, incluido el de la bondad intrínseca de los ocupantes del Kremlin. Los 60 tuvieron también como emblemas coloridos sus primaveras de Praga y de Berlín Este.

Pero volvamos a Ginebra. 77 países suscribían allí un primer documento y se decidían a votar juntos a partir de ese momento. ¿Eran acaso los del sur contra los del norte? Sí. Al revisar la lista de fundadores del grupo, encontramos a toda América Latina, con la llamativa ausencia de Cuba; a toda el África descolonizada, con una silla vacía, la de la república del apartheid; y gran parte del Asia, con la igual destacable falta de China, en plena efervescencia maoísta. Un solo país europeo figuraba en la nómina: la Yugoslavia de Tito, ambos extintos a la fecha.

Convengamos entonces en que sí: el G77 ha representado, en estos 50 años de vida, al sur global en Naciones Unidas (sólo ahí). Ha sido el tiempo en el que ha ampliado en 56 miembros más, su capacidad de voto, pero también, el tiempo en el que dos notables han dejado sus filas: México y Corea. Y quizás esto último es lo destacable: dejar el G77 es incorporarse al club de los ricos: la exclusiva Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), formada por las 34 potencias industriales del orbe. Hacia allí se fueron mexicanos y coreanos. Chile es el único país que comparte ambas credenciales, y parece moverse cómodamente entre estas dos filiaciones.

Vaya mundo complejo el actual. Los tanques ya no ruedan con la frecuencia del siglo anterior, y hoy son las mercancías las que se desplazan con mayor premura: de las factorías chinas a los supermercados de variadas latitudes. El G77 no ha dejado de ser una coalición electoral dentro de la ONU, un “aparato” para votar. Su pelea más añeja fue establecer un comercio justo. La columna vertebral de sus resoluciones aboga por la apertura de los mercados solventes a los productos menos sofisticados. Sus gestores siguen socavando barreras arancelarias y exigiendo transferencias tecnológicas.

Mirando esta larga historia, me asalta la duda. El sur, ¿aún existe? El G77 se fundó para que el sur le pueda vender al norte, y tomar, así, su parte en el reparto. Hoy tiene en su seno a los principales proveedores del globo: Brasil, India, China, Sudáfrica. Pues sí, como sostiene un reciente informe de la ONU, el norte se expande en el sur y, quizás por eso, esto lo digo yo, la confusión se pone de moda. Una vez cerrada la Cumbre de este fin de semana en Santa Cruz, la vida del grupo seguirá apegada a los escrutinios de la Asamblea General. A lo mejor en esos recuentos, el sur vuelva a ser reencontrado.

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