¿Quiénes son los aliados de EEUU en el medio oriente?
El mundo árabe-musulmán es, desde hace mucho tiempo, un rompecabezas difícil de comprender. Pero, para Estados Unidos, sobre todo bajo el mando de Barak Obama, éste ha terminado convertido en un insondable acertijo, imposible de encarar con moderada seguridad. Tenemos una Casa Blanca perpleja y dubitante.
¿Quiénes son los amigos árabes-musulmanes de Washington? En algún momento eso estuvo relativamente claro. Hoy, las certezas van menguando aceleradamente.
Cuando Estados Unidos reemplazó a británicos y franceses en el Medio Oriente, su red de aliados se tejía de forma relativamente sólida y estable. Sus socios eran dictadores grises, dispuestos a enterrar la herencia de Nasser a cambio de hacer buenos negocios petroleros.
El primer remezón vino con la revolución iraní, que aunque no forma parte del universo árabe, ejerció y ejerce fuerte influencia en las multitudes musulmanas de la zona. Entonces, a partir de 1979, para los Estados Unidos, los enemigos eran sencillamente los chiítas iraníes. Durante varios años, la asociación entre fanatismo religioso e Irán se fue haciendo automática. Saddam Hussein, adherente del otro imán identitario religioso, los sunitas, se convirtió por ello en aliado de los Estados Unidos. En virtud de esta constelación, nos acostumbramos a pensar en que los sunitas eran moderados, laicos, modernos, y hasta, quién sabe, más democráticos y tolerantes.
Todo iba bien, o por lo menos más claro, hasta que los tanques soviéticos irrumpieron en Afganistán. A partir de ese momento, Estados Unidos decidió pactar con el “diablo”. Asustado por el avance comunista en la región, se ocupó a armar y entrenar militarmente a los comandos fundamentalistas afines a Arabia Saudita. Al ser ellos los más dispuestos a combatir al invasor ruso, surgió una alianza tan endeble como todas las que los estadunidenses han ido suscribiendo en sus intentos por mantener un mínimo de seguridad. Nacía así Al Qaeda, un cóctel amargo entre teología ortodoxa saudí y moderna cohetería norteamericana.
Por entonces quedó demostrado que uno no puede bailar simultáneamente con dos parejas tan disímiles. Los beneficiarios de la chequera del Departamento de Estado eran, al mismo tiempo, las monarquías retrógradas del Golfo, pero también las huestes más aguerridas del partido Baath, una organización panárabe de rasgos socialistas y seculares. Con las primeras, esperaba contener a los soviéticos; mientras con los segundos, combatía a los iraníes.