Posibles salidas al juicio del mar

¿Cuáles son las opciones de los jueces de La Haya? Juguemos con las cartas.

Bolivia le ha pedido a los jueces de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que dicten una sentencia contra Chile. Dicho fallo, a criterio de nuestro país, debe tener el efecto de obligar a nuestro vecino a sentarse a negociar nuestra salida soberana al océano Pacífico. Ojo, no dice “otorgar”, dice negociar, ese es el verbo.

Ello significa que nos sentemos para fijar un acuerdo, que deberá ser satisfactorio para ambas partes. Por lo tanto, sobre Chile solo figurarían en el horizonte dos posibles imposiciones de parte del tribunal: la de abrir un diálogo con Bolivia y la de darnos soberanía dentro de la concesión territorial, que nos franquee nuestro paso hacia la costa. Como ha dicho el ex presidente Mesa, no queremos solo acceso, queremos salida por un espacio que sea de nuestra propiedad, de punta a cabo.

Lo señalado previamente nos indica con claridad que los jueces no han sido convocados para mover hitos. Es decir, no serán ellos quienes nos den la solución, a lo sumo, nos darán una pauta de cómo negociar.

Con la publicación de un video de la Cancillería chilena, aquel en el que aparecen sus ex presidentes Frei y Lagos, Bolivia ha tenido que reiterar que su demanda no busca alterar el Tratado de 1904, en el que se establece la línea fronteriza entre ambos países. Y claro, si quisiéramos que los jueces nos digan por dónde vamos a salir al mar, entonces sí les estaríamos pidiendo que modifiquen el Tratado. No lo harán nunca, porque como sabemos, el documento de 1904 está fuera de su jurisdicción, y porque además por principio, la Corte no está facultada para cambiar demarcaciones fronterizas una vez que éstas han sido acordadas. En el fallo de 2014 entre Perú y Chile lo hizo justamente, porque los límites marítimos entre ambas naciones habían quedado oscilantes en el mapa.

Pues bien, hasta aquí las opciones sobre la mesa terminan siendo muy claras. Pase usted, obsérvelas y elija la más probable:

1. Victorias totales para Chile: Santiago quedaría plenamente reconfortada si los magistrados fallaran en su favor, rechazando el pedido boliviano y, por tanto, la supuesta obligación de Chile a negociar. En ambos casos, las puertas de la Corte quedarían cerradas para una demanda parecida a futuro. Una circunstancia como esa, obligaría a Bolivia a buscar otras instancias y le regalaría a Chile el estupendo argumento de no tener que someterse nunca más a conversaciones en las que se aborde esta salada controversia.

2. Victoria total para Bolivia: Sería motivo de festejo nacional o mejor dicho, plurinacional, si los jueces, admitieran la exigencia boliviana con todas sus letras. Como se dijo antes, eso no significa que al día siguiente del fallo, empezamos instalar puerto propio. Solo implica que Chile se siente a negociar con nosotros y que lo haga con una salida pre definida desde La Haya: “acceso soberano”. La consecuencia directa de una sentencia como esa es la revisión, por parte de los dos países, del Tratado de 1904. Los jueces no lo dirían, pero lo pensarían. Ahora bien, ¿qué implica negociar? Que ambas partes den su conformidad con lo que vayan a firmar. Chile no regalará nada. Cabe esperar entonces que exija algo a cambio. De nuestra parte, le ofreceríamos un apretón de manos y una paz perpetua y agradecida.

3. Victoria parcial para Chile: Si bien los jueces pueden reconocer que Chile tiene la obligación de cumplir las promesas que le hizo a Bolivia en las décadas del 50 y del 70, puede ser que, al mismo tiempo, consideren que no tiene el deber de ceder soberanía. Acceso libre para el vecino sí, pero conservando la totalidad de su territorio. En este caso la negociación adquiriría un nuevo cariz. Si los jueces exigen que Chile negocie, pero sin renunciar a su soberanía, entonces se abren las puertas para aplicar esquemas alternativos de posesión del territorio. En la franja otorgada, ondearía la bandera con estrella, pero las autoridades bolivianas tendrían que gozar de amplias prerrogativas, muchas más de las que ya tienen ahora. Acá corresponde usar la imaginación en todo su potencial. En la zona, Chile y Bolivia podrían compartir ampliamente el poder, podría regir una legislación concurrente, eliminarse los controles fronterizos para los bolivianos, en fin. Sería algo así como Cisjordania, pero sin bombardeos. ¿Dicha soberanía compartida o limitada, tendría que tener un precio? Es probable. Sería como alquilar territorio: lo usas como si fuera tuyo, aunque no lo sea.

4. Victoria parcial para Bolivia: Puede ocurrir también que Chile nos entregue un acceso soberano al Pacífico, porque así lo impusieron los jueces, pero precisamente siendo consecuente con sus actos unilaterales: a cambio de una compensación. En los 50 pedían agua dulce del lago Titicaca, en los 70, territorio. ¿Cuál podría ser la moneda de transacción del siglo XXI? Dado que Bolivia se ha propuesto ser un centro energético, quizás podamos comprar nuestro paso sin restricciones hacia la costa, aportando con gas o electricidad. De ese modo, Chile nos vendería una franja.

Si uno se fija bien, las soluciones corresponden a cuatro imágenes comerciales muy simples: candado, entrega incondicional, alquiler o venta. En la medida en que los bolivianos hemos elegido la opción de imponer una negociación con un final pre determinado, ya hemos renunciado a recuperar todo el Litoral. La demanda marítima de Bolivia es por tanto realista y concertada. Como toda tratativa pacífica, así tenga que ser forzada por un tribunal internacional, debe ser mutuamente satisfactoria. Chile puede obtener con ella la consolidación de una buena vecindad con Bolivia y fuentes de energía para su pujante economía. Del mismo modo, el mundo podría aprender acerca de un nuevo concepto de soberanía compartida, en el que dos países aprovechan de manera libre y consensuada los beneficios de un territorio por el que hace más de un siglo levantaron estandartes y cañones. Faltan años para discutir estos detalles, pero en algún momento había que comenzar.